La evaluación de diagnóstico «sirve para que la administración pueda orientar sus políticas educativas y elaborar estrategias y programas de actuación». Así se expresaba el ... pasado 11 de octubre la consejera de Educación Begoña Pedrosa tras las críticas por el retraso del informe correspondiente a esta evaluación, que ella misma había comprometido para febrero de 2024. Pero no es verdad tal afirmación. Las evaluaciones solo sirven si hay capacidad de entender los resultados y voluntad de modificar las políticas que los originan. Y no hay ni una, ni otra.
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De entrada, no hay capacidad siquiera de entender cuando se mezclan en el mismo análisis datos de una evaluación practicada a todo el alumnado de dos niveles con otros de una evaluación a una muestra determinada. Y tiene que ser por confusión, porque no podemos pensar, en un país democrático como el nuestro, en una maniobra deliberada de desinformación. También es cierto que aún faltan datos por publicar. Un ejemplo: el informe de estas dos evaluaciones consta de 26 páginas. Todos los informes de evaluaciones anteriores sin excepción superaban las 100 cada uno de ellos. ¿Y qué falta? Por ejemplo, cómo está afectando esta política al alumnado en cada una de las cuatro zonas sociolingüísticas en las que está dividida la comunidad autónoma.
Pero incluso con esta pequeña muestra del problema, nadie puede pensar, al contrario que el Departamento de Educación, que se trata de insistir en lo mismo, sino en cambiar. Cambiar de política lingüística y cambiar en otros terrenos. Acabar con la carga burocrática que desanima y desincentiva la innovación real. Y también con una dotación y financiación a los centros educativos que ignora sus diferentes situaciones, y que tiene como resultado que el nivel socioeconómico influya sobremanera en la adquisición de logro. Por cierto, nadie se libra, pero quien sale peor parado de esta política gubernamental es el alumnado de origen extranjero, que representa un porcentaje creciente del conjunto.
Resulta incomprensible que el equipo de Educación pueda apreciar en estos datos «mejoras» o «tendencias positivas». De las diez competencias analizadas (cinco en cada etapa), sólo en el caso de la competencia en euskara en 4º de Primaria se está por encima del nivel inicial de 2009, y con solo tres puntos de mejora. En todos los demás casos, se está muy por debajo, de cinco puntos menos en la competencia matemática a los veinticinco en la científica.
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El próximo mes comienzan las pruebas de una nueva evaluación de diagnóstico que, en contra de lo planteado inicialmente, solo analizará tres competencias de las cinco previstas. ¿No quieren ver malos resultados? Tranquilos, evaluaremos menos, parece decirnos la consejera. ¿Cómo puede haber voluntad de revisar las políticas que nos están llevando a este fracaso si, obcecados, ni siquiera entendemos y apreciamos el problema en su magnitud?
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