Retrocesos en la educación vasca
Análisis ·
Los resultados del informe PISA 2018 hechos ahora públicos de forma oficial muestran resultados decepcionantes en las áreas lingüísticas y científicasCon dos años de retraso, el Departamento de Educación del Gobierno vasco finalmente ha autorizado la publicación del Informe específico del País Vasco correspondiente al ... estudio PISA-2018 que analiza la competencia lectora, matemática y científica de los estudiantes a los 15 años. Tras su furtiva publicación, ya solo queda por conocer el informe específico de PIRLS-2016, estudio también internacional que mide específicamente la comprensión y actitud lectoras, aunque es altamente improbable que este vea la luz. De hecho, Educación canceló a última hora su prevista participación con muestra ampliada en la edición celebrada el pasado año 2021, al igual que tampoco ha participado en el último estudio internacional TIMSS que mide las competencias matemáticas y científicas.
En cuanto a este último Informe PISA hay que realizar una primera observación técnica: aúna para su análisis los modelos lingüísticos A y B en uno solo, lo que supone una decisión que afecta al alcance de sus conclusiones. Y también una segunda observación: el alumnado elige la lengua castellana de forma ampliamente mayoritaria (78,7%) para cumplimentar los ejercicios propuestos, independientemente del modelo lingüístico en el que se encuentre, la gran mayoría en modelo D (65,4% de la muestra).
Los resultados no por esperados dejan de ser decepcionantes. El nivel medio exhibido en competencia lectora (475 puntos) es el más bajo de toda la serie iniciada en 2003 y supone un descenso mucho más pronunciado que el que se produjo en la edición de 2015 respecto a la anterior de 2012, año en el que se alcanzó la mejor puntuación (498 puntos). Unos de los aspectos más graves en este resultado, y que cuestiona en mayor medida la política educativa vasca actual, es que este bajo rendimiento no mantiene ninguna relación con la preeminencia de las lenguas en el currículo, que llega a ocupar un 40% del horario del alumno.
Si atendemos a la distribución de resultados por modelos lingüísticos, el modelo D se queda en 470 puntos, mientras el llamado estrato AB que expresa los resultados del alumnado de estos modelos lingüísticos alcanza los 485. En concreto, ese estrato AB de la enseñanza concertada es el que expresa mejor comportamiento, incluso cuando se detrae el origen socioeconómico y cultural de su alumnado. En la comparación entre las ediciones de 2018 y 2015, todos los estratos bajan su puntuación, especialmente el AB público y el D concertado.
La lengua en la que se realiza la prueba parece una variable importante a tener en cuenta. El resultado cuando la lengua de la prueba es el euskera (463 puntos) es 16 puntos inferior a cuando se realiza en castellano (479 puntos). Una diferencia que resulta significativa a juicio del propio Informe. El colectivo de alumnado que peores rendimientos ofrece, con hasta 30 puntos de diferencia, es el que teniendo como lengua 'familiar' el castellano, elige realizar las pruebas en lengua vasca.
Además del menor nivel general, se ha reducido asimismo, el número de estudiantes que se encuentran en los niveles de excelencia en esta competencia lectora, situándose incluso por debajo del 5%. Por el contrario ha crecido el alumnado que se encuentra en los niveles bajos de la competencia, aquel que únicamente es capaz de trabajar con textos muy sencillos, hasta situarse en el 23% del total.
El nivel medio exhibido en competencia lectora es el más bajo de la serie iniciada en 2003
Igualmente, se ha ampliado de forma sustancial la brecha de rendimiento entre el alumnado con mayor estatus socioeconómico y cultural y el que se encuentra en situación más vulnerable. Ello genera, según subraya el informe, «un sistema más desigual, menos equitativo».
También en competencia científica los resultados de la prueba PISA en 2018 están en la parte baja de la serie histórica, siendo inferiores a los que serían esperables en relación al nivel socioeconómico y cultural del País Vasco. Por estratos, sigue apreciándose un positivo comportamiento del modelo AB de la enseñanza concertada y negativo en el público, aunque con poca incidencia dado su escaso peso en el conjunto total de la muestra. Y, como siempre, cuando la lengua familiar no coincide con la lengua de la prueba bajan drásticamente los rendimientos en el caso del alumnado castellanohablante. La generalización de un modelo que sólo cuente con el euskera como lengua de instrucción se puede convertir en un hándicap para una buena parte del alumnado.
Los estudiantes vascos mejoran ligeramente en la comparación con el ejercicio pasado en el ámbito de la competencia matemática, pero a costa de aumentar la diferencia de puntuaciones entre las de quienes están en el nivel alto de rendimientos y las de quienes están en el bajo. Esa diferencia de 57 puntos en 2015, pasa a ser de 83 puntos en 2018, destacando, además, las diferencias entre alumnado de origen inmigrante y nativo, incluso descontando el efecto del nivel socioeconómico. En esta competencia, la enseñanza pública sufre, como en competencia lectora, de exiguos niveles de excelencia y un número claramente excesivo de alumnado en niveles bajos. Los rezagados pierden la estela en un sistema que se hace progresivamente más desigual.
La brecha de género es la única que parece reducirse en Euskadi al calor de estas pruebas internacionales en las tres competencias analizadas: lectora, matemática y científica, de tal manera que los porcentajes se han invertido. Ahora ellas obtienen mejores resultados que ellos.
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