Infancias itinerantes y el deporte como válvula de escape
«Es una historia complicada», responde Fernando Cossío cuando se le pregunta por sus orígenes. Lo mismo podría decir Juan José Gómez Cadenas. «Mi padre ... trabajaba en Montajes Nervión, una empresa de Bilbao, y la familia iba de aquí para allá. De hecho, mi hermano pequeño nació en Cádiz», recuerda el director de Ikerbasque. Él fue al colegio en Monzón, un pueblo de Huesca, estudió la carrera en Zaragoza, se doctoró en San Sebastián y ahora vive en Tolosa con su esposa, la también química Ana Arrieta -«una tolosarra de pro»-, y sus dos hijos. «Que tu pareja entienda tu trabajo y pueda proponerte cosas sobre él hace que te sientas menos solo».
Gómez Cadenas tampoco paró quieto de niño. Su padre era ingeniero y marino militar. «Cada cinco o seis años nos mudábamos. No tenía tiempo de hacer amigos». La biblioteca paterna, «muy grande y con muy buenas novelas», suplió esa carencia y le introdujo en la literatura. Es escritor de novelas de suspense y de ciencia ficción por su padre y por un amigo. «Pasé la mayor parte de mi infancia en San Carlos de la Rápita y allí establecí una de esas amistades únicas con Miguel, que acaba de morir. Jugábamos a imaginarnos historias y contárnoslas. Yo se las contaba en catalán para practicar y él me las contaba en castellano para practicar».
Los dos tienen el deporte como válvula de escape. «Lo que más echo en falta de la situación actual es salir a correr, a practicar escalada y a bucear», dice Cossío. Gómez Cadenas no perdona sus dos horas diarias de natación o correr. «Todo el mundo sabe que de doce a dos no existo para nada». Esa rutina sólo la rompe en Canfranc, donde las dos horas se reducen a una, la que los demás destinan a la comida.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión