Los centinelas que velan por el buen funcionamiento de los equipos de Osakidetza
Técnicos de mantenimiento y electromedicina supervisan y reparan los 44.000 dispositivos de la sanidad vasca
Cada año Osakidetza realiza cerca de 600.000 pruebas diagnósticas y unas 220.000 intervenciones quirúrgicas. Un volumen significativo de actividad que no sería posible ... sin los profesionales sanitarios. Pero tampoco sin los equipos, instalaciones y dispositivos médicos. El Servicio Vasco de Salud cuenta en la actualidad con 44.000 activos repartidos por sus quirófanos, salas de pruebas, hospitales, ambulancias o centros de salud por toda Euskadi. Instrumentos que deben estar operativos para que la sanidad vasca pueda dar servicio continuo a la población.
¿Pero quién se encarga de velar porque todos los equipos funcionen correctamente? Salud cuenta en la actualidad con varios centenares de profesionales de electromedicina y mantenimiento que se dedican a controlar su estado, realizar las tareas de conservación preventiva y acometer las reparaciones necesarias cuando se produce algún tipo de avería. Cuando se trata de un dispositivo de alta tecnología -aceleradores lineales, resonancias, TACs, etc...- es el fabricante quien asume y realiza estas tareas, tal y como estipulan los acuerdos comerciales, previo aviso de los servicios técnicos de Osakidetza. EL CORREO ha estado con varios de los profesionales que integran estas unidades para conocer cómo es su labor.
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«Hablamos de equipos que no pueden estar parados. Son necesarios para realizar tratamientos y pruebas a la población. Por eso, cuando se averían, intentamos que estén reparados en menos de 24 horas», explica Iker Guinea, responsable de Equipamiento en la subdirección de Infraestructuras de Osakidetza. Pero lograr que los dispositivos estén arreglados en un plazo tan corto no siempre es fácil. Hay ocasiones en las que «la pieza dañada nos la tiene que traer desde Alemania o de otro país», detalla Jon Garagalza, técnico especialista en Electromedicina de la OSI Araba. De ahí que desde Salud se «presione» a las empresas para que cumplan estos plazos y la actividad asistencial no se vea resentida.
Para hacerse una idea del volumen de actividad de cada equipo hay que tener en cuenta que cada unidad de resonancia magnética realiza unas 6.000 pruebas al año. Los más de 30 TACs que tiene Osakidetza repartidos por sus hospitales, por su parte, efectuaron en 2023 un total de 196.001 pruebas complementarias. De ahí que cada jornada que estén parados cualquiera de estos aparatos tecnológicos implique un retraso significativo en la planificación de Osakidetza, además de una incomodidad tanto para usuarios como para los propios profesionales.
Para tener un control preciso sobre el estado de cada uno de sus equipos tecnológicos y dispositivos el Servicio Vasco de Salud dispone de varias herramientas tecnológicas. El GMAO y Medigate son dos de ellas. Ambos softwares han permitido realizar un inventario de todos y cada uno de los activos de Osakidetza, de forma que está identificado el lugar en el que se encuentran, el uso que se les da o el histórico de averías de cada elemento. Emiten un aviso cada vez que se produce un percance para alertar a los técnicos y ser así reparado cuanto antes. También posibilitan conocer el rendimiento que se realiza de cada equipo. Esto permite saber si está sobreutilizado y el servicio médico que lo emplea puede precisar de una segunda unidad, si su uso es el previsto o, si por el contrario, está infrautilizado o incluso parado.
Este medidor es importante a la hora de fijar las necesidades de equipamientos de los servicios de cara a ajustar la demanda de incorporación de nuevo aparataje a las necesidades reales de cada unidad. Gracias a ello Salud conoce qué servicios están realizando una utilización más eficiente de los equipos de cara a extender estas prácticas al resto de la organización con el fin de implantarlas en otros lugares.
Osakidetza dispone de una extensa red de técnicos de mantenimiento y electromedicina. Solo en la OSI Araba trabajan en estas labores 120 personas. Ellos se encargan de revisar y arreglar buena parte de los activos de la organización sanitaria cuando sufren una avería. Hablamos de respiradores, equipos de anestesia, de los bloques quirúrgicos, brazos electrónicos, monitores, bisturís eléctricos...
En los dispositivos de alta tecnología se ha optado por otra alternativa. Por una formula combinada. En algunos casos el fabricante se hace cargo del mantenimiento del equipo y de cualquier reparación que sea necesaria, mientras que en otros las compañías forman a los propios técnicos de Osakidetza para que sean ellos quienes desarrollen esta labor y solo recurran a la casa productora cuando la avería sea de mayor gravedad. Depende de cada dispositivo y de su complejidad tecnológica. Hay unidades en las que solo el fabricante cuenta con los conocimientos técnicos necesarios tanto para revisarlo como para repararlo. En estos casos el coste de mantenimiento anual ronda el 10% del precio inicial del equipo.
Renovación y compra
Tampoco es que estas unidades se rompan cada poco tiempo. Más bien al contrario. Según apunta Garagalza, en general, «son robustas y se averían poco». Normalmente es cuando se acercan al final de su vida útil cuando comienzan a sufrir problemas técnicos. Y este es un horizonte que varía mucho en función de cada aparato. Mientras que un robot Da Vinci se mantiene operativo un mínimo de 5 años, con los TACs hay bastantes diferencias en función del modelo. Algunos rondan los 10 años de vida útil, mientras que otros se pueden acercar a los 20.
Es, precisamente, cuando estos dispositivos comienzan a llegar a su horizonte temporal de funcionamiento previsto, o cuando «aparece una nueva tecnología que puede tener impacto en la sociedad y ser beneficiosa para Osakidetza», precisa Guinea, cuando Salud inicia el proceso para renovarlos.
El área de Infraestructuras de Osakidetza cuenta para el año en curso con un presupuesto de 156 millones de euros a repartir en tres grandes líneas: arquitectura (obras), ingeniería e instalaciones y equipamiento. Para esta última se han reservado 30 millones, aunque es una cantidad que oscila a lo largo de los años en función de los nuevos dispositivos que se incorporen cada ejercicio.
Cuando se da el paso para incorporar o renovar los equipos tecnológicos Osakidetza inicia un proceso de licitación con el que busca lograr que se presenten el mayor número posible de empresas fabricantes para que compitan entre ellas y obtener así mejores precios de compra. Con esa misma finalidad se está impulsando también concentrar la adquisición de material sanitario, de manera que sean los servicios centrales los que hagan una compra conjunta de activos sanitarios, en lugar de cada OSI por su cuenta. De esta manera, al ser las licitaciones de un volumen mayor, pueden presionar más a las empresas y conseguir unas mejores ofertas. Como curiosidad los equipos que incorpora Osakidetza deben incluir sus manuales de instrucciones en castellano y euskera, además de en el inglés habitual,
Hay que tener en cuenta que no hablamos de dispositivos baratos. Entre los más costosos se encuentran los de radiocirugía y la radioterapia estereotáctica corporal (SBRT), que se pueden ir hasta los 5 millones de euros o los 2 a los que se acerca un Da Vinci, por citar dos ejemplos. Sin contar además que estas unidades se deben instalar en salas específicas que hay que adaptar y que no son para nada pequeñas. Si los quirófano en Osakidetza tienen una superficie de 45 metros cuadrados de media, los de neurocirugía o cirugía vascular de Txagorritxu llegan a los 72 y 67 metros cuadrados respectivamente para poder dar cabida a todos los equipos tecnológicos que se precisan en su interior (mesa de operaciones, brazos articulados, respiradores, monitores, cuadros de mandos...), además de a los sanitarios que van a tomar parte en esa intervención y, claro, al paciente.
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