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T. N.
Lunes, 21 de abril 2025, 10:17
Dentro ya de la Capilla Sixtina, los cardenales se estremecen con el canto del 'Veni, Creátor Spíritus'. Significa que ha llegado la hora de la verdad, de dejarse dominar por una presencia mayor, por lo divino. Pero no es algo automático. Así lo explicó Joseph Ratzinger en 1997, cuando era cardenal, a la televisión de Baviera: «Yo no diría que el Espíritu Santo elige al Papa, pues no es que tome el control de la situación, sino que actúa como un buen maestro, que deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos».
El entonces prefecto de la Doctrina de la Fe, más tarde elegido Pontífice como Benedicto XVI, recordó con toda sencillez que, mirando a lo sucedido a lo largo de la historia con los sucesores de Pedro, «hay muchos Papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido».
En su opinión, el papel del Espíritu Santo había que entenderlo de un modo más flexible: «No es que dicte el candidato por el que hay que votar. Probablemente, la única garantía que ofrece es que nosotros no arruinemos totalmente las cosas». Una visión de fe que integra perfectamente dos grandes milagros: el de la gracia y el de la libertad.
Consciente de que para elegir bien hace falta la inspiración del Espíritu de Dios y de que esa inspiración no es automática, la Iglesia prevé que, antes de comenzar las votaciones, los cardenales recen el 'Veni, Creátor Spíritus', para pedir que la dureza de sus corazones no obstaculice la iluminación del Paráclito.
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