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Representación del cónclave que concluyó con la elección de Gregorio X.
El cónclave más largo de la historia: casi tres años, con los alimentos racionados y enclaustrados

El cónclave más largo de la historia: casi tres años, con los alimentos racionados y enclaustrados

Desde comienzos del siglo XX ningún cónclave ha durado más de cuatro días, pero no siempre ha sido así

T. N.

Lunes, 21 de abril 2025, 10:15

Cuando los cardenales se reúnan en las próximas semanas para elegir al sucesor de Francisco nadie duda de que las deliberaciones serán rápidas: desde comienzos del siglo XX ningún cónclave ha durado más de cuatro días. Pero no siempre ha sido así. Hubo un tiempo en el que los fieles tenían que esperar meses, incluso años, para conocer los designios del Espíritu Santo.

El récord lo tiene el que acabó con la elección de Gregorio X: 34 meses, casi tres años. La silla de Pedro quedó tanto tiempo vacía que se tomaron medidas tan drásticas como el encierro de los cardenales en la sala de deliberaciones o el racionamiento de los alimentos de los purpurados. Tanto se prolongó el cónclave, que durante el proceso fallecieron tres cardenales.

En noviembre de 1268 el Papa Clemente IV falleció en la ciudad de Viterbo (Italia). Los 19 cardenales se reunieron en cónclave en la catedral de la misma ciudad donde había fallecido el Pontífice. En aquella época, los purpurados gozaban de una mayor libertad durante el proceso. Salían y entraban del recinto religioso cuando querían. Se celebraba una votación diaria y si no había acuerdo regresaban a sus aposentos de la ciudad.

Los cardenales estaban divididos en dos grandes facciones. Por un lado los partidarios del Rey de Nápoles y Sicilia, Carlos de Anjou (que representaba los intereses de Francia), y por otro el grupo de los italianos. Una vez más se desató una soterrada guerra de poder en la cúpula de la Iglesia. Estrategias, pactos y traiciones.

Para acelerar el proceso, los cardenales fueron recluidos en el Palacio Papal de Viterbo, donde permanecieron incomunicados. Era el primer aviso, pero la medida resultó insuficiente y el 'habemus papam' se resistía. Entonces, los magistrados de la ciudad decidieron aumentar la presión sobre los purpurados y racionaron los alimentos. También se retiró parte del techo del palacio para que las inclemencias del tiempo apremiaran a los cardenales.

En septiembre de 1271 la situación ya era insostenible. Felipe III de Francia obligó a los purpurados a designar un reducido comité formado solo por seis de los cardenales electores para designar un candidato de consenso. Con la amenaza de Francia ya sobre sus cabezas y el riesgo a posibles cismas, el comité eligió a Tebaldo Visconti como máximo pontífice.

Visconti no era sacerdote, sino diácono y además se encontraba en Tierra Santa, concretamente en Acre como legado papal. Cuando fue informado emprendió el camino a Roma, donde fue ordenado sacerdote y posteriormente obispo, requisito imprescindible para ser Papa. Finalmente, el 27 de marzo de 1272 adoptó el nombre de Gregorio X para ejercer su pontificado.

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