De vuelta a la 'casilla de salida'

Amable aunque distante, Ochandiano puso tierra de por medio con Alfredo de Miguel a diferencia de Aitor Tellería y se refugió en su mujer, Iratxe Gaztelu-Urrutia, para compartir confidencias en los recesos y buscar calma ante lo que se sugería en la Sala. Con ambos y con otros de los acusados coincidió en Eusko Gaztedi Indarra (EGI), las juventudes del PNV, donde llegó a dirigir una revista. Su trayectoria profesional le ha llevado por cargos de Osakidetaza o el IFBS, el 'instituto' que gestiona los Servicios Sociales en Álava.

Si bien en su declaración quiso evidenciar los problemas personales que le han perseguido en los últimos años, en el juicio también se supo que las cosas le van bien profesionalmente y ha vuelto a trabajar para la red de parques tecnológicos de Euskadi. Es más, ahora ha vuelto al centro de Miñano cuya contabilidad gestionaba cuando fue detenido en 2010. Está de vuelta a la casilla de salida.

Tal vez por ocupar el asiento central de la primera fila del banquillo, sus gestos de incomodidad –con acciones repetitivas como estirar de su tupida barba– fueron los más visibles durante las sesiones del juicio a las que asistió. «No hay respaldo documental que pueda justificar esa acusación», aseguró Ochandiano sobre la supuesta solicitud de comisiones en su declaración antes de cargar con dureza contra la abogada urbanista Ainhoa Alberdi, denunciante del caso. «Quien fue contable del parque tecnológico antes que yo, me avisó en 'petit' comité de que tuviese mucho cuidado con los datos que me presentase ella (Alberdi) porque siempre están bastante mal», indicó antes de acusarla de «hinchar» facturas.