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Eneko Andueza y Andoni Ortuzar

PNV y PSE reeditan su pacto para gobernar las principales instituciones vascas

La socialista Maider Etxebarria será la alcaldesa de Vitoria y la jeltzale Eider Mendoza la diputada general de Gipuzkoa siempre que el PP les dé su apoyo y en detrimento de las candidatas de EH Bildu

Viernes, 2 de junio 2023, 10:32

Tenía que ser rápido y así ha sido. Cinco días después del inesperado anuncio del presidente del Gobierno de convocar elecciones generales anticipadas el 23 de julio, PNV y PSE se han visto obligados a maniobrar sobre la marcha y acelerar el acuerdo para garantizar la gobernabilidad de las instituciones vascas tras las elecciones municipales y forales del 28-M. Habemus acuerdo. De momento, no se conoce la letra pequeña (se sigue trabajando en el acuerdo programático que tendrá una veintena de páginas). Lo esencial es el mensaje: «garantizar la gobernabilidad y la estabilidad de las instituciones desde el respeto a la pluralidad vasca».

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El trazo grueso es simple: que uno apoye al otro en aquel lugar donde sea la lista más votada entre los dos y no tengan mayoría absoluta por sí solos –más de una treintena de ayuntamientos al margen de las diputaciones–. ¿Cuál es el titular político? La Alcaldía de Vitoria será para la socialista Maider Etxebarria y la Diputación de Gipuzkoa, para la jeltzale Eider Mendoza. En ambos casos, EH Bildu será la damnificada y el apoyo del PP, que ambos partidos dan por seguro, será imprescindible para que así sea. Otra cosa es la gobernabilidad, ya que los populares han advertido de que no lo pondrán nada fácil después del portazo que han sufrido a su propuesta de formar parte de los ejecutivos donde su voto sea necesario.

Lo que se ha anunciado en el comunicado conjunto de apenas seis párrafos se sinsetiza así: «Consideramos necesario reeditar, allí donde sea posible, este acuerdo y que, más allá de garantizar la gobernabilidad, lo haga sobre unas bases claras que nos permitan hacer frente a desafíos como la protección de los servicios públicos, la lucha contra las desigualdades, el impulso al progreso y la justicia social y responder a los grandes retos que tiene la sociedad vasca hoy: el climático, el demográfico y la adaptación a una nueva economía productiva con nuevos empleos y derechos laborales».

Con el movimiento de hoy, tanto el PNV como el PSE buscan lanzar un mensaje de tranquilidad y estabilidad a la sociedad en un momento muy convulso pensando siempre en las 'cosas del comer' y cortando de raíz el ruido que este tipo de negociaciones genera en un contexto político cada vez más crispado.

La alianza PNV-PSE, además de ser la más valorada por los vascos en todos los estudios demoscópicos, se ha convertido en un clásico de la política vasca. Por ejemplo, el pacto que hoy se ha anunciado es la reedición del suscrito en 2015, primero, y en 2019, después. Ocho años de pactos que se extenderán al menos otros cuatro, hasta 2027. El balance de esta colaboración, aseguran en el comunicado, es «altamente satisfactorio».

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Sánchez lo precipita

El pasado lunes, con las urnas aún calientes, apenas once horas después de conocerse el escrutinio del 28-M, Pedro Sánchez decidió emular al mejor Sánchez y convocó a los medios de comunicación en La Moncloa para dinamitar el tablero político español convocando unas elecciones en el ecuador de las vacaciones veraniegas que ni en su propio partido esperaban.

El guion cambió por completo. Ya no se trataba de hablar del fracaso socialista en unas elecciones autonómicas y municipales que tiñeron de azul PP el país, sino de lo que viene por delante. Una segunda vuelta. La 'vendetta'. Un movimiento a la desesperada que busca movilizando a la izquierda sembrando el discurso del miedo mimetizando al PP con Vox. Si hay que morir, lo hará matando.

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En cuestión de horas, los españoles han pasado de una campaña a una precampaña electoral. Toca hablar de lo que viene, no de lo que ha pasado. Un cambio de marco mental que ha favorecido, por ejemplo, a formaciones como el PNV, que pese a su clara victoria, el domingo sufrió un severo revés en las urnas castigado, sobre todo, por la abstención. Un golpe que además se vio incrementado con el auge del EH Bildu. Los jeltzales no están acostumbrados a que su gestión se vea penalizada en las urnas, lo que obligó a Andoni Ortuzar a reconocer la misma noche electoral que «tomaban nota del claro aviso» que les había dado la sociedad.

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