«Los pactos con Bildu no han variado nuestro listón de exigencia ética con ese mundo»

- ¿El adelanto electoral es una medida a la desesperada para tratar de reducir daños?

- No, es una decisión coherente de un presidente que asume el resultado del 28 de mayo y que quiere revertir la tendencia para poder seguir liderando un Gobierno de progreso. Esta batalla no es entre izquierda y derecha, sino entre avance y retroceso.

- ¿Entiende la desafección que puede generar entre la sociedad una convocatoria electoral en pleno verano?

- No es lo que percibo en la calle, más bien noto cierto coraje cívico y democrático. Creo que la posibilidad de que en España se constituya un Gobierno con Vox va a movilizar al electorado. Auguro que los niveles de participación estarán muy por encima de lo que vimos el 28-M.

- ¿El hecho de que la Junta Electoral vaya a tener manga ancha con las vacaciones de los miembros de las mesas no es una señal de que tal vez no era la mejor fecha para unas elecciones?

- La Junta Electoral tiene los pies en la tierra y plena conciencia del sentir popular. Hay que entenderlo porque en algunos casos puede ser muy costoso cancelar unas vacaciones que ya estaban planificadas y contratadas.

- ¿Ha sido más sensible al sentir popular que el propio Sánchez?

- Simplemente ejerce sus funciones. No creo que un adelanto de tres o cuatro meses respecto a la fecha que hubiera tocado sea una falta de sensibilidad por parte del presidente.

- Incluir en las listas a casi todos los ministros se puede interpretar como que el PSOE ya da todo por perdido.

- En las anteriores elecciones ya hubo ministros que fueron en las listas. Es una manera de rentabilizar la notoriedad y la gestión que se ha llevado a cabo durante estos años.

- Por ejemplo, la directora de la Guardia Civil ha tenido que dimitir tras sólo dos meses en el cargo para poder ir en las listas...

- Insisto, a mí no me llama la atención que los principales cargos del Gobierno vayan en las listas.

- ¿Usted tiene pensado qué hará si deja de ser el delegado del Gobierno en Euskadi?

- No he tenido un solo segundo para pensar en ello. Ahora estamos en sacar el mejor resultado para poder frenar un Gobierno en el que esté Vox.

- ¿Está conforme con este inicio de precampaña del PSOE en el que se tacha de «trumpista» al PP o se utiliza un lapsus de Sémper para llamarles «mentirosos»?

- Es evidente que van a ser unas elecciones muy emocionales porque la legislatura ha sido muy convulsa. Además de los infortunios con los que hemos tenido que lidiar, la derecha no ha dado tregua. Todo se basa en eso de derogar el sanchismo ante la clamorosa ausencia de argumentos. Por eso utilizan la posverdad y el insulto.

- ¿El Gobierno nunca ha contribuido a esa situación?

- Si uno analiza las respuestas del presidente en las sesiones de control del Congreso, podrá ver que ha dado explicaciones de la forma más pedagógica y didáctica posible.

- ¿A qué achaca que el PSOE haya perdido gran parte de su poder territorial?

- Tal y como está configurada la ley electoral, la caída de dos puntos por nuestra parte y la pérdida importante de apoyos por parte de los socios a nuestra izquierda ha significado una reorientación del mapa. También ha habido una nacionalización de la campaña que ha movilizado a la derecha.

- ¿Los barones socialistas han pagado la factura de Sánchez?

- Seguramente parte de los votantes progresistas que pretendían ir a las urnas a evaluar las políticas que se han llevado a cabo en el ámbito local y regional han visto que el debate se había nacionalizado. Muchos de esos secretarios generales territoriales -no me gusta llamarles barones- han sacado buenos resultados, pero sus socios o bien han tenido un bajón importante o bien han desaparecido de los parlamentos.

- ¿Cuánto cree que han perjudicado al PSOE los pactos con el independentismo?

- Me niego a aceptar que la democracia española acredite los votos de una formación como Bildu sólo cuando son en contra. Cuando vota en contra de la reforma laboral a nadie le extraña pero cuando vota a favor, saltan todas las alarmas.

- ¿Cree que el PSOE fue lo suficientemente contundente en la polémica sobre la inclusión de etarras en las listas de Bildu?

- Hemos tenido entendimientos puntuales tanto en Euskadi como en España para poder aprobar leyes como la de vivienda y algunas otras, pero nuestro listón de exigencia democrática y ética con ese mundo no ha variado.

- Perdone, pero nadie del PSE-EE salió a exigir la retirada de esos candidatos hasta que la izquierda abertzale reculó.

- Lo hizo Pedro Sánchez cuando se dirigió a Mertxe Aizpurua para decirle que esa era una práctica que había dañado la memoria y reabierto heridas.

- Hace un año usted decía en una entrevista en este periódico que «el apoyo de nacionalistas e independentistas al Gobierno contribuye a cohesionar España». Tras el 28-M, ¿cree que los españoles lo ven así?

- No tengo ninguna duda de que los gobiernos socialistas tradicionalmente han contribuido a la cohesión territorial. España es un territorio inflamable y poner a pirómanos al mando no parece un buen negocio. Yo auguro un periodo de inestabilidad prolongada si gobiernan PP y Vox porque los independentistas y nacionalistas podrían encontrar la ocasión propiciatoria para volver a elevar el tono. Mientras la derecha fabrica independentistas, los socialistas aplicamos políticas de cohesión para aminorar las tensiones.

- ¿Los indultos, la derogación de la sedición y la reforma de la malversación son políticas de cohesión territorial?

- Lo son todas aquellas políticas que hayan servido para mitigar la conflictividad y devolver a las vías políticas lo que nunca tuvo que salir de ahí. Son medidas que pueden no ser comprendidas por parte del electorado, pero que han dado resultado.

- ¿La coalición prácticamente forzada de Sumar y Podemos concede más posibilidades a la reedición del Gobierno de coalición?

- Nosotros queremos que la participación sea la mayor posible y que todo voto progresista encuentre una opción a la medida de sus ideales. Pero también le digo que el país no puede seguir esperando y en el PSOE asumimos con madurez el mandato de representar al gran espacio de progreso que defiende todo lo conseguido esta legislatura.

- ¿Por qué el PSE-EE aguantó mejor que el PSOE el 28-M?

- Creo que los resultados dan cuenta de la nueva etapa que se ha abierto con un liderazgo nuevo, el de Eneko Andueza, que marca con nitidez los contornos ideológicos y políticos de nuestro partido. Una cosa es gobernar con el PNV y otra cosa es mantener la autonomía política del proyecto. Eso ha tenido premio.

- ¿Estamos ante un cambio de ciclo en Euskadi?

- No hablaría en esos términos, pero es verdad que hay un desgaste del PNV por su ordeno y mando. Lo estamos viendo en Osakidetza, en Educación, en la Ertzaintza... Las actitudes de escucha siempre son más edificantes.

- Pero ustedes siguen gobernando con ellos. ¿La alianza PNV-PSE empieza a mostrar síntomas de agotamiento?

- Creo que es la alianza que más suma y, por tanto, la que más estabilidad puede otorgar a Euskadi. Ahí los socialistas asumimos la responsabilidad de llevar a la coalición por la vía de las políticas de progreso.

- En lugares como Vitoria, Durango y Gipuzkoa van a depender del PP. ¿Usted agradece esos apoyos?

- Ellos mismos han invocado durante toda la campaña un elemento ético como el de impedir que Bildu gobierne allí donde puedan. Lo que no tiene sentido es que ahora le pongan precio pidiendo entrar en los gobiernos. Una cuestión ética no se puede dirimir en función del mercadeo. Ahora bien, bienvenidos sean esos votos.

- ¿Cree que el PNV apoyará a Feijóo tras las generales?

- Es una hipótesis que ellos mismos alimentan. Pero esa equidistancia y esos flirteos con Feijóo descolocan a una mayoría de electores del PNV que optan por Sánchez de forma abrumadora. Esa postura refuerza la oferta del PSE-EE porque nuestros votantes no tendrán la mínima duda de adónde van a ir esos votos.

- ¿Un apoyo a Feijóo tendría consecuencias en la alianza PNV-PSE en Euskadi?

- Pues lo veremos. Establecer hipótesis como esa por ahora es hacer política ficción.