Navidad, libertades y sanidad pública
La Navidad ha llegado en un contexto inesperado hace tan solo unas semanas. El éxito de la vacunación no nos ha librado de la pandemia ... y el debate público vuelve a estar organizado alrededor de las medidas que nos impiden alcanzar la deseada normalidad en estas fechas tan importantes para nuestra cultura y vida social. Las restricciones van en aumento y no siguen escalando a mayor velocidad por la falta de un escudo jurídico que cubra el deseo de la mayoría de los gobernantes.
En el último Deustobarómetro se pueden ver datos relevantes del cansancio emocional, de los estragos en la salud mental y del deterioro de nuestro capital social. La tristeza, la soledad o los problemas de sueño afectan a un número cada vez mayor de ciudadanos. Y ya no hay tanta buena disposición a justificar la suspensión de derechos fundamentales para proteger nuestra salud. Hace tan solo seis meses, la mayoría estaba de acuerdo con las medidas más duras y limitativas para sus vidas. Ahora son más los ciudadanos que no justificarían más restricciones a los derechos fundamentales que los que apoyarían cualquier medida para luchar contra el virus.
De forma paralela y de alguna forma conectada, ha crecido la preocupación por la mala calidad de la atención sanitaria que recibe la ciudadanía vasca. Se ha convertido en uno de los tres principales problemas de la ciudadanía. El aplazamiento de operaciones no urgentes, la demora en la Atención Primaria, la falta de personal para poder seguir cuidando simultáneamente a los enfermos covid y al resto de la población preocupa mucho a una ciudadanía acostumbrada a los servicios de buena calidad de Osakidetza. La tensión hospitalaria que sigue provocando la epidemia impide imaginar la recuperación de los estándares de calidad prepandémicos.
Hay que reconocer el esfuerzo presupuestario para aumentar las partidas destinadas a la sanidad pública, pero parecen insuficientes para las necesidades ante las que nos enfrenta una pandemia que se está cronificando. La mayoría de la ciudadanía vasca no es partidaria de la colaboración con la sanidad privada para hacer frente al reto pandémico y apuesta porque el reconocimiento de los profesionales sanitarios de la sanidad pública sea más económico que social. Sustituciones, rastreadores, nuevas contrataciones, están en la mente de todos cuando vemos el desborde de la atención primaria para atender a los nuevos contagiados o posibles contagiadas por la cepa ómicron. La ciudadanía apuesta más por el incremento de la fortaleza de Osakidetza que por una escalada en la hoja de ruta de las restricciones de derechos.
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