«Todo el mundo se está apropiando de la bandera de las víctimas»
Recoge hoy el premio Mario Onaindia, advierte de que tenemos «un relato falso» y reivindica «la resistencia, que fue minoritaria»
Andoni Unzalu, además de ser conocido como escritor y ensayista, lleva media vida en las bambalinas de la alta política vasca. Cuenta que ahora le ... preocupa que «se ha abandonado la argumentación para hacer estrictamente propaganda» y, más todavía, esa «división radical entre dos sociedades irreconciliables que sólo buscan tumbar al otro para gobernar». Hoy recoge el premio Mario Onaindia.
- Sucede en el galardón a Juan Pablo Fusi, Carmen Iglesias, Ibarrola...
- Lo recibo con mucho orgullo y agradecimiento. El Mario Onaindia y otros premios similares tienen una línea de reconocimiento a la lucha antiterrorista. Iré a recogerlo pero no en mi nombre, sino en nombre de la resistencia olvidada. Esa en la que estuvieron, entre otros, tantos concejales socialistas y del PP.
- ¿Tiene la sensación de que esos colectivos siguen olvidados?
- Creo que hemos caído en la trampa de De Gaulle. Las víctimas durante los años 70 y 80 estuvieron absolutamente marginadas y ahí no se salva nadie. Especialmente duro para ellas fue el abandono del Estado. Las viudas de policías y guardias civiles volvían con el féretro a sus pueblos minúsculos de Extremadura o Galicia sin ningún reconocimiento ni pensión. Además de la marginación social, que duró hasta anteayer. Es verdad que eso se ha superado. No hay país en el mundo que trate a las víctimas como la Administración española, tanto en reconocimiento público como en ayudas.
- ¿Entonces?
- Es que todo el mundo se está apropiando de la bandera de las víctimas. Sucede como en los 70, que de pronto todos eran demócratas. Pues ahora resulta que todos han apoyado siempre a las víctimas. No debemos caer en esa trampa. Las víctimas están ahí y hay que reconocer lo que sufrieron. En ningún caso ejercieron la violencia. Fue una de sus grandes aportaciones. Incluso en las perversiones de la violencia de Estado, no participaron las víctimas. Es un orgullo.
- ¿Quién sigue en el olvido?
- La resistencia. De Gaulle dijo aquello de que Francia había sido «liberada por sí misma». Aquí lo que se hace es decir que fue la sociedad la que acabó con ETA y eso provoca dos cosas perversas. Por un lado, exonera la colaboración: los 50.000 manifestantes que gritaban 'ETA, mátalos'. Por otro, olvida y oculta una resistencia que fue minoritaria pero existió, igual que en Francia. Esa es una batalla que nos falta por ganar. Hay que reivindicar la resistencia.
- ¿Le gusta el relato que está quedando en Euskadi?
- No, es un relato falso. Pero hay que tener paciencia histórica. Cuando una sociedad es incapaz de reconocer, como sucedió en Alemania, hace falta que esa generación se disuelva y que sean los hijos los que recuerden la colaboración de los padres. En Alemania hubo que esperar a los años 70 porque la colaboración fue masiva. La palabra holocausto ni existía antes.
- Vamos al presente. ¿Ve con buena salud el pacto PNV-PSE?
- Suelen decir que las bodas de conveniencia son las más duraderas. Las bodas sin amor duran más. (Ríe) Este es el caso.
- ¿Le incomoda que el PSOE tenga a EH Bildu como apoyo?
- En Euskadi hemos pactado todos con todos. El tema es cómo lo ha explicado el PSOE. Tendrían que decir 'es lo que hay' y no que ahora son hombres de paz. EH Bildu son lo que son. Pero también me molesta sobremanera que siempre, en Madrid, el PNV es el bueno y el otro el malo.
- Explíquese.
- El PNV todavía no nos ha pedido perdón por el pacto de Lizarra. Era un pacto con ETA: no lo firmó HB, sino ETA. Peor no se puede ser. Han recogido las nueces del terrorismo sin ningún riesgo. Siempre se opusieron a las medidas antiterroristas, como las extradiciones.
- Ortuzar dijo hace poco que hay que dejarse de ideologías y abogar más por el realismo.
- Si alguien dice eso, no tiene ni idea de política. Es una manera de ocultar tu ideología diciendo que no la hay. El realismo político lo conocemos y no es eso. La derecha es muy dada a decir que no hay ideología para imponer la suya.
- ¿Le preocupa el euskera?
- Lo que más. No tenemos una sociedad iliberal pero el tratamiento del euskera es el elemento más iliberal. Ha pasado de ser un derecho a ser una obligación moral. Cada vez son más beligerantes.
- ¿Cree, como denuncian algunos sindicatos, que en las zonas de mayoría castellanoparlante es un elemento discriminador en el acceso a una OPE?
- Niegan la libertad lingüística, que cada uno hable como quiera. En la práctica con ese sistema copan el poder. Si sacas a todos los demás fuera y dejas toda la Administración y las 'paraempresas' en manos del 30% de la sociedad, le das todo el poder político. Eso se llama discriminación y no hay otro nombre. Y marginación. Quieren una sociedad homogénea y nacionalista.
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