El lehendakari insiste en que el Ejército «sigue sin ser necesario» en Euskadi
El PP exigirá a Urkullu que dé explicaciones por sus reticencias a colaborar con los militares cuando «toda ayuda es poca»
Aunque el regimiento NBQ llegó ayer al Aeropuerto de Bilbao para proceder a su desinfección, el Gobierno vasco sigue marcando distancias con el Ejército. Mucho tiene que agravarse la pandemia para que dé su brazo a torcer y acabe aceptando la aportación de los militares. La UME lleva días colaborando en el resto de comunidades autónomas, pero no en Euskadi. Y así parece que seguirá. El lehendakari mostró ayer su «disposición total» a cooperar con el Estado en la reunión que los presidentes regionales mantuvieron con Pedro Sánchez, pero con la idea de ofrecer ayuda más que de recibirla. Urkullu mantiene que, pese a la situación, «sigue sin ser necesario» que el Ejército participe en la lucha contra el coronavirus que desarrolla su Ejecutivo.
Urkullu lo había dicho el pasado jueves, durante una rueda de prensa en la que anunció un repunte en el número de fallecimientos por el Covid-19 que ha seguido al alza durante el fin de semana. Y mantiene cuatro días después que el Gobierno vasco no requiere ayuda externa. Ni para apoyar la labor de los hospitales, que siguen lejos de colapsarse según el Departamento de Salud y el propio líder del Ejecutivo, ni para cooperar con la Ertzaintza en los trabajos de higiene y control de la ciudadanía ante las restricciones de movimientos del estado de alarma.
El lehendakari lo confirmó anoche en una entrevista en ETB, en la que defendió los «recursos propios». Y también en una carta fechada el pasado sábado que ha remitido a la presidenta del PP vasco, Amaya Fernández, en la que insiste en que «no hay previsión» de que la colaboración del Ejército vaya a ser requerida.
La dirección popular va a exigir formalmente el martes a Urkullu que dé explicaciones por sus reticencias cuando «toda ayuda es poca». «Si te ofrecen apoyo gratuito y así consigues desinfectar Bilbao entero en cinco días en vez de en diez no entendemos que se rechace», reprochan fuentes de la formación conservadora, que denuncian un trasfondo ideológico en la decisión
Aunque el líder del Ejecutivo vasco asegura que la citada misiva que se niega a «alimentar polémicas estériles» en torno a la presencia –o no– de militares en Euskadi, y a que anoche insistió en que no va a peder «ni un gramo de energía» en un asunto que, asegura, no influye en sus relaciones con el Gobierno, las críticas del PP se mantienen. También las del PSE, aunque de una forma más velada.
La llegada del Ejército ayer por la tarde al Aeropuerto de Bilbao no desactiva las demandas porque la terminal de Loiu es propiedad del Estado y el Gobierno central no requiere de la autorización del vasco para actuar. Lo mismo pasaría si decidiera desinfectar Foronda, Hondarribia o las estaciones de tren de Renfe, que podrían ser las siguientes en recibir la visita del regimiento NBQ.
El debate es el otro. El que se refiere a las competencias transferidas. Aunque el estado de alarma otorga a Sánchez y a su equipo el mando único de actuación, el respeto a la independencia de Osakidetza y de la Ertzaintza está siendo escrupuloso, por lo que el Ejército solo se planteará actuar si recibe una petición oficial del Gobierno vasco. Y Lakua prefiere ahora mismo apelar a los cuerpos de bomberos forales y a la red de Protección Civil, tal y como confirmó Urkullu. Mientras, la UME trabaja desde hace días en la construcción de tres hospitales de campaña en la Comunidad Valenciana y ha ayudado a poner en marcha el de Ifema, en Madrid. Los soldados también realizan otro tipo de labores en medio centenar de ciudades españolas.
«Recursos propios»
La paradoja es, precisamente, que el Ejército se está especializando estos días en trabajos en los que el País Vasco necesita refuerzos. Durante la conferencia de presidentes, Urkullu identificó ayer cuatro «urgencias». Entre ellas citó la «reorganización del sistema sanitario», el «refuerzo del control estricto del confinamiento» y la obligación de mejorar la atención en los centros de mayores, donde el elevado riesgo y las bajas por contagio de los trabajadores amenazan con convertirse en un grave problema. Este último asunto es una de las prioridades de la UME desde ayer.
Pese a ser un firme defensor de la capacidad de su gobierno, el lehendakari también deslizó en su alegato de ayer un reproche al Estado sobre los test de contagio al advertir de que el País Vasco está abordando el tema «con recursos propios».