«La fragmentación puede llevarnos a la irrelevancia, como se vio en Euskadi»
Admite que casos como el de Iñigo Errejón hacen que «nuestro discurso se debilite» y aboga por que el grupo parlamentario no se llame Sumar
Antonio Maíllo está de visita en Euskadi para presentar 'Convocatoria por la democracia', que se dará a conocer públicamente el sábado en Madrid.
- ¿ ... En qué consiste ese plan?
- Es un llamamiento a todo el que quiera activarse no sólo en la defensa de una democracia cuyas instituciones han perdido consistencia sino en construir un proyecto de país con una izquierda orgullosa de los derechos conquistados y de los que quedan por conquistar. Queremos invocar la alegría en la política. Apostamos por una alianza amplia que evite la llegada de gobiernos autoritarios.
- ¿Toca refundar la izquierda confederal? Las encuestas muestran que sigue en caída.
- Toca hablar de política con mayúsculas. Queremos dialogar entre gente muy diversa y cambiar el miedo por la esperanza. Son bases para reconstruir un espacio que pasa un momento difícil pero que tiene una ventaja en este contexto endiablado. Tenemos tiempo hasta las próximas elecciones. Queremos mejorar la vida, las condiciones laborales y la conciliación, el derecho a la vivienda y los servicios públicos.
- ¿El último capítulo de Iñigo Errejón ha dejado la marca de Sumar definitivamente tocada?
- El problema no es solo la marca sino la contradicción con lo que defendemos. Hay una parte de discurso que se debilita. La marca no me preocupa tanto porque en IU hemos sido muy claros en pedir que este proceso termine en un cambio de nombre como reinicio de la etapa. Y creemos que debe hacerse en coherencia con la dimensión de la sacudida que ha supuesto.
- ¿Qué opinión le merece el caso?
- Ha sido devastador. No sólo para las organizaciones, esto nos interpelaba a todos. Hay un debate cultural porque la ultraderecha combate el feminismo como una de sus banderas.
- ¿Dónde queda hoy un proyecto tan personalista como el de Sumar y la propia Yolanda Díaz?
- Nadie sobra en nada. Es más, falta mucha gente. Para IU, lo importante es que los proyectos se levanten sobre criterios sólidos, elementos comunes mínimos y métodos democráticos en la toma de decisiones.
- ¿IU aspira a tener más peso tras ese cambio de nombre?
- Nosotros queremos que haya métodos democráticos. El peso lo determinará la gente votando. Celebramos la manera de elegir la nueva portavoz porque se ha hecho de manera colectiva y coordinada. Un ejemplo a seguir. Errejón no fue elegido por todos los partidos. Queremos que haya un sentido de la proporción en el reparto de los papeles. Seguimos reorganizando el grupo. Y confiamos que culmine en un cambio de nombre.
- La relación entre Sumar y Podemos ha traspasado muchas líneas rojas. ¿Todavía se pueden coser esos rotos?
- Lo que hay que coser y trabajar es a quién queremos representar, a las clases trabajadoras, y cómo hacerlo mejor. Multiplicando las opciones electorales y fragmentando lo que representamos no será. Hay que poner los intereses de todos por encima de los intereses de parte.
- Euskadi fue un buen ejemplo de la división. Sumar sacó un escaño y Podemos ninguno.
- Esa lección es incontestable. No se trata de quién es mejor o del orgullo personal. Se trata de hablar de la educación y la sanidad pública o de vivienda. La experiencia vasca muestra que la fragmentación puede llevarnos a la irrelevancia.
- Ese riesgo, ¿existe en España?
- Evidentemente. Si no nos ponemos en un espacio de responsabilidad histórica, podríamos llegar a un escenario en que no seamos determinantes cuando ahora sí lo somos.
- ¿Ve a Sumar y Podemos en posición de regresar a esa unión?
- Eso se lo tiene que preguntar a esas formaciones. En IU vemos que hay que estar a la altura.
- Las diferencias entre Sumar y Podemos han generado muchos conflictos en el Gobierno. ¿Se podrá llegar al fin del mandato?
- IU lo tiene claro y creemos que todas las organizaciones tenemos que ser responsables porque la alternativa puede ser un gobierno de PP y Vox que destroce lo conquistado. Hay buenas condiciones para aprobar unos Presupuestos y extender la legislatura.
- Los últimos escándalos no contribuyen.
- No coincido. La política son hechos y los hechos muestran que se hacen leyes, se cumplen y se aprueban. Soy más optimista.
- ¿No hace falta autocrítica en el Gobierno tras casos como el de Víctor de Aldama?
- No creo que haya que hacer autocrítica o no. Creo que el Gobierno debe actuar con seguridad institucional. La credibilidad de Aldama es cero. Es un delincuente convicto y no tiene ninguna garantía de veracidad.
- ¿Por qué en otros casos, como Bárcenas tenía credibilidad? ¿Hay un doble rasero?
- Hay que dar credibilidad cuando se aportan datos. Bárcenas tenía credibilidad y datos y estaba dentro de la cédula. De Aldama tiene que dar pruebas de lo que dice. Usa el ventilador porque ve la causa perdida.
- ¿Frenar a la ultraderecha no se ha mostrado insuficiente para movilizar a la izquierda?
- Estoy de acuerdo. Levantar el espantajo de la ultraderecha no vale. Por eso queremos mostrar la fortaleza y potencialidades que tiene nuestro país. Hay que pasar del desánimo a la esperanza.
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