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Una placa en recuerdo de Nerin fue colocada en el exterior del Parlamento vasco. EFE

Diez años del último tiro mortal de ETA

«Intentamos avanzar, pero sigue siendo difícil», confiesa el hijo del brigadier Nerin, el único galo abatido por la banda en Francia

paula rosas

PARÍS

Miércoles, 18 de marzo 2020, 01:22

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Fue un homenaje pequeño, en familia. Apenas estuvieron unos cuantos compañeros de la comisaría de Dammarie-les-Lys, donde hizo toda su carrera, y donde aún guardan el recuerdo de «un excelente jefe de brigada, muy cercano a sus hombres»; y sus hijos, a quienes les sigue faltando cada día, únicos huérfanos de ETA en el país donde la banda pegó su último tiro mortal. El pasado lunes se cumplieron diez años del asesinato del policía francés Jean-Serge Nerin, que puso punto y final al reguero sanguinario de la banda.

Su hijo Floryan tenía entonces 18 años. En la familia, la ausencia del padre sigue pesando como el primer día, «aunque intentamos avanzar, apoyarnos y aguantar el golpe, pero a veces sigue siendo difícil», explica el joven en declaraciones a EL CORREO. Agradece «todo el apoyo que hemos tenido desde el principio de España y también de Francia, ha sido muy importante para nosotros».

Su asesinato, el primero que ETA cometía contra un ciudadano francés, precipitó el fin de un grupo que había utilizado el país galo como escondite y centro de operaciones. El acoso policial a la banda se intensificó desde entonces hasta detener a todos los cabecillas que habían encontrado refugio en Francia, el último de ellos, José Antonio Urrutikoetxea, 'Josu Ternera', arrestado el pasado mes de mayo. Pero la muerte de Nerin también evidenció una realidad: ETA se encontraba en las últimas. El entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo explicó muy gráficamente: «Cuando el jefe de ETA se dedica a robar coches, es que algo no va muy bien».

El 16 de marzo de 2010, el brigadier y tres compañeros de patrulla se topaban de manera fortuita con un comando de ETA que acababa de robar varios vehículos en Dammarie-les-Lys, un tranquilo pueblo a 50 kilómetros de París. Ellos no sabían entonces ni la identidad de los cuatro individuos que, de manera sospechosa, estaban llenando los depósitos con unos bidones de gasolina, ni la procedencia de los coches que habían sido sustraídos momentos antes, a punta de pistola, de un local de automóviles de ocasión. Nerin, que tenía 52 años, esposa y cuatro hijos, jamás llegó a enterarse.

Cuando intentaron identificarlos, los etarras sacaron sus armas y las balas empezaron a volar. El brigadier y sus tres jóvenes compañeros consiguieron reducirlos y esposarlos, pero entonces llegó otro coche, del que salieron Mikel Carrera Sarobe, 'Ata', y otro terrorista. Los disparos se efectuaron a corta distancia y apuntaron a matar. Dos proyectiles entraron por una parte no cubierta por el chaleco antibalas y mataron a Jean-Serge Nerin en el acto.

Eco mediático

En la refriega de aquel fatídico 16 de marzo, los etarras consiguieron soltarse y escapar. Todos menos uno, Joseba Fernández Aspurz, alias 'El Guindi', el primer detenido. Gracias al minucioso trabajo de los servicios antiterroristas de España y Francia, los demás miembros del comando fueron cayendo uno a uno en los siguientes cinco años.

'Ata', que entonces era jefe del aparato logístico-militar, fue considerado uno de los autores de los disparos que acabaron con la vida de Nerin, y condenado a cadena perpetua. Su lugarteniente, Arkaitz Agirregabiria del Barrio, alias 'Kemen', a 25 años. Los otros cuatro identificados, Josu Urbieta Alkorta, Izaskun Lesaka Argüelles, Xabier Goienetxea Iragorri y 'El Guindi' fueron sentenciados a penas de entre 14 y 16 años.

El del brigadier fue el último asesinato de la banda, pero Nerin no fue su última víctima. Floryan y su familia son víctimas de ETA en un país donde el grupo terrorista se percibe como un asunto lejano y ajeno. Donde algunos medios aún la califican de «separatista», y donde, tras la disolución de la banda, la justicia busca pasar página cuanto antes. Son víctimas de ETA en un país donde a casi nadie le importa ETA.

«El asunto de mi padre nunca ha sido un tema mediático en Francia, tampoco ahora con el aniversario, y de hecho, lo prefiero así por la tranquilidad de mi familia», confiesa Floryan, que ha intentado mantenerse ajeno a las noticias que se han ido produciendo sobre la banda a lo largo de los años, las sucesivas detenciones de comandos y dirigentes etarras. Aunque sí vivió con emoción la disolución de ETA, «porque ya no matará más y no habrá más víctimas».

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