La armonización tributaria y el cierre del Estatuto, los grandes retos para el futuro cercano
Culminar el texto de Gernika, 46 años después, es el gran hito por el que Pradales aspira a que se recuerde esta legislatura
El Rubicón de los cien días significa también, en teoría, el fin de la 'bula' y la hora de pasar, como le gusta decir a Pradales, de las musas al teatro. Del relato y los gestos a gestionar patatas calientes. Y de esas no le van a faltar al lehendakari, que tiene por delante dos retos espinosos, la compleja carpeta estatutaria, con los socios del PSE en pie de guerra por los nuevos bríos soberanistas del PNV, y la no menos peliaguda labor de coordinación tributaria ante la reforma fiscal que las tres diputaciones tienen pendiente y que impactará directamente en los ingresos del Gobierno vasco, y por lo tanto en su capacidad para desplegar políticas más ambiciosas.
El cierre del Estatuto de Gernika, 46 años después, es el gran hito por el que Pradales aspira a que se recuerde esta legislatura. La negociación de las 29 transferencias pendientes, especialmente la de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, son una oportunidad pero también un riesgo. No sólo por los retrasos que siempre han distorsionado las negociaciones –en principio, el Estatuto debería estar cerrado de manera «improrrogable» para finales de 2025–, sino tambien por el debate paralelo para aprobar uno nuevo.
Pradales, que ha provocado malestar en el PSEal defender el Concierto Político como fórmula pese a pactar dejar la reforma en manos de los partidos, se verá obligado a hacer equilibrios para no salir escaldado. Lo mismo a la hora de mojarse sobre una reforma fiscal, en la que el PSE –y Bildu, como posible socio en Gipuzkoa y Álava– presionarán para subir impuestos en determinados tramos en lugar de bajarlos.
