Lo que preocupa a Tamames
«Si estoy hoy aquí es porque considero una obligación defender la idea de la patria común e indivisible de todos los españoles», dijo ayer ... Ramón Tamames casi al comienzo de su alocución en el Congreso de los Diputados, al que volvía 40 años después de dejar su escaño, para participar en un simulacro de moción de censura auspiciada por la extrema derecha.
Tal y como había anunciado tras filtrarse un borrador de su discurso a la prensa -un texto denso, más crítico que propositivo-, el autor de 'Estructura económica de España' se mantuvo fiel al contenido ya conocido disertando sobre la separación de poderes y la inseguridad jurídica, «la voracidad fiscal» del sanchismo, su «vocación sindicalista» y su «aversión a los empresarios», la deuda pública, la desindustrialización, la política agraria y forestal, la gestión de los recursos hídricos, la desigualdad de renta, el déficit demográfico, el sistema de pensiones, la privatización de la sanidad, el índice de criminalidad asociado a la inmigración, el Sáhara o Gibraltar.
Pero, a juzgar por su propia confesión inicial y su infructuosa insistencia en debatir sobre la defensa de la actual arquitectura del Estado y del español, de los delitos de sedición y malversación y de la Ley de Memoria Democrática que, en su opinión, «adultera la historia y supone una amenaza para la concordia», no parece que sea «el desmadre generalizado del gasto público» ni la buena marcha del tejido productivo lo que le quita el sueño al profesor Tamames. Lo que de verdad le inquieta, lo que le tiene en alerta y le moviliza a la provecta edad de 89 años, lo que le urge impedir antes de disolverse en el éter y pasar a habitar cada partícula del cosmos es que España se desintegre incluso antes que él mismo.
Ya en días previos así lo había declarado, advirtiendo que el problema de este país no es Pedro Sánchez sino el 'Gobierno Frankenstein' que le acompaña por la «sobrerrepresentación» que, en su opinión, tienen los partidos «separatistas» en virtud de la ley electoral en vigor que les permite ejercer de bisagra para configurar Gobierno.
Ve Tamames un peligro en ello que puede llevarnos a escenarios «no deseados» para quienes, como él, piensan que en el 78 quedó todo resuelto (obviando mencionar que en ese proceso constituyente el nacionalismo periférico estuvo más bien infrarrepresentado). El Apocalipsis, según el viejo militante antifranquista, es -entonces y ahora- un escenario en el que la autodeterminación acabe siendo un derecho reconocido por uno de esos decretos-ley de los que tanto suele abusar este presidente para contentar a los socios independentistas de su investidura.
Claro que también ha dicho que «la política es exageración» y que en su dialéctica «hay temas que a menudo se desorbitan». Todo en esta moción de censura ha estado bastante desorbitado por un interés electoralista. Empezando por la supuesta independencia ideológica del camaleónico Tamames. Tras escucharle, cobra sentido la frase de Josep Pla de que «nada se parece más a un (patriota) español de derechas que uno de izquierdas».
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