El celoso guardián de los bosques vascos
Convertido en un símbolo de Euskadi y pájaro de buen augurio, sus crías abandonarán el nido en las próximas semanas
Dani Meabe
Jueves, 18 de septiembre 2025, 20:14
Es una de las aves convertida en símbolo de los bosques vascos y a la que se identifica con los buenos augurios desde tiempos inmemoriales. Se le puede ver en prácticamente la mayoría de zonas arboladas de Euskadi, entre otras cosas porque no rehuye el contacto con el ser humano. Es además fácilmente identificable: color ananrajado en frente, mejillas y pecho; dorso de color marrón grisáceo; vientre blanco; una larga cola parda y patas negras. Se le apoda 'El Robin de los Bosques' porque la traducción de Robin Hood, el héroe popular inglés, es «petirrojo con capucha». También se le asemeja por ser atrevido y curioso lo que hace que sea capaz de plantarse en mitad de un camino para ver quién llega a su territorio, sin temor a nada.
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De hábitos marcadamente territoriales, permanece todo el año junto a nosotros, siendo muy abundante en Muskiz y en el monte Ulía donostiarra. El petirrojo es un ave originaria de los húmedos bosques caducifolios europeos. Sin embargo, tras una asombrosa adaptación a los cambios introducidos por el hombre, su hábitat se ha extendido, no sólo ocupando los más variados tipos de bosque, sino también las zonas cultivadas, parques y jardines. En Inglaterra, dada su abundancia, se le considera el pájaro nacional.
Tanto las hembras como los machos son muy territoriales. De tal forma que ver a dos txantxangorri juntos fuera de la época de celo, sólo puede ser motivo de que se están peleando. Cuando finaliza la cría, a finales de este mes de septiembre, la pareja se separa y los jóvenes se dispersan, empujados por la presión que su padres ejercen contra ellos. Cada cría intenta entonces conquistar un territorio de caza, lo que provoca que en el arranque del otoño sea muy habitual escuchar su trino.
Precisamente el pecho coloreado es empleado por éste pájaro como señal de aviso para los intrusos. Si el petirrojo que ha llegado por error a una zona ya ocupada, no desiste de su actitud, el 'dueño de la parcela exhibirá la mancha roja en toda su amplitud para conseguir amedrentarle y evitar la pelea. Crían entre cuatro y seis polluelos que serán incubados dos semanas.
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