El glaciar ha dibujado el paisaje entre montañas.
GPS | Al monte

Una caminata entre moles de roca

Glaciar de Bustalveinte (Cantabria) ·

En el Parque Natural de los Collados del Asón, una senda de 13 kilómetros ofrece un recorrido por el paisaje excavado por un antiguo glaciar

Marcos G. Vidart

Viernes, 25 de abril 2025, 15:34

Paisajes de impresión, una gran variedad de terrenos, algún animal salvaje, una buena 'kilometrada' sin pendientes imposibles... La Ruta del Glaciar de Bustalveinte-Hondojón, o ... también llamada Sendero de Hondojón, lo tiene todo para convertirse en un plan inmejorable en la naturaleza. Una ruta en el Parque Natural de los Collados del Asón que deja con unas sensaciones inmejorables tras 13 kilómetros.

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En el municipio de Soba, el aparcamiento que hay en el parque, no muy lejos de la famosísima cascada del nacimiento del río Asón, es el punto de inicio. Comienza ahí un leve ascenso. Las imponentes moles de roca conforman unas vistas de cuento. La pista es en esos primeros metros perfecta, muy ancha y de piedra compactada. Al poco, aparece uno de los elementos que se repetirá: señales y más señales, que hacen imposible perder la referencia.

Al monte

  • Distancia 13,2 kilómetros.

  • Duración 4 horas y media

Una de ellas informa de que el camino se adentra en el poljé de Brenavinto. «Un poljé es una depresión kárstica cerrada, de planta no circular y notables dimensiones», reza el cartel. Y tanto que lo es. Una gran llanura encerrada entre imponentes montañas. A partir del pequeño descenso que lleva al terreno llano, la pista ya se rompe para pasar a ser un camino de monte.

La senda sube, baja... Al lado de una cabaña, unas vacas pastan tranquilamente. Ahí parece que el camino se pierde, pero otra señal indica. Hacia la izquierda. Un sendero pedregoso, en ascenso, conduce hacia la que es la parte más dura del recorrido. Un tramo entre un hayedo y en algún momento con buena pendiente.

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Al llegar al punto más alto, molinos eólicos de Burgos aparecen muy cerca. Y si se gira la vista arriba y a la derecha, se ve el Picón del Fraile, con sus instalaciones militares. Es ya en el primer tramo del descenso donde aparecen las primeras de las pocas precauciones a tener en la ruta. Al llegar a una cabaña, hay que seguir hacia la derecha, para localizar otra de las habituales señales de madera que indican el camino. Una vez terminada la bajada, el paisaje se abre. Entre suaves laderas y vistas amplias. En una braña entre sol y sombra, un buen número de rebecos pastan tranquilos. Porque la ruta de este glaciar no puede ser más variada, entretenida y bonita.

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