En busca de las llanuras de Álava
Embalse de Ullíbarri (Álava) ·
Un ruta llana, circular y casi tan extensa como uno quiera, popularizada en el mundo entero por el triatlón de VitoriaGonzalo de las Heras
Jueves, 4 de mayo 2023
La tortuosa orografía de provincias como la vizcaína hace que muchos ciclistas añoren rutas llanas en las que acumular kilómetros sin un esfuerzo excesivo. Los trayectos sin puertos de montaña tienen, además, un componente social, pues permiten que deportistas en diferente estado de forma compartan pedaladas sin que haga falta pararse al final de cada repecho para esperar a los menos entrenados.
En bici
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Distancia Entre 35 y 70 km, según la opción elegida
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Desnivel acumulado 150 m+
En la Llanada Alavesa, además, los días de lluvia al año son bastantes menos que en la costa. Es conveniente, eso sí, dejar pasar lo más crudo del invierno. Ahora, en primavera, antes de los calores del verano, es el mejor momento para disfrutar la zona.
La opción más utilizada es la que rodea el pantano en sentido horario –sentido en el que se compite en el triatlón de Vitoria después de haber nadado en el embalse–. Efectivamente, aunque es conocida popularmente como 'la vuelta al pantano', en realidad no tarda en alejarse de él en dirección Salvatierra por la carretera A-3012 para volver por el sur hacia el embalse por la A-3022. Como son dos carreteras que circulan en paralelo, una al norte de la otra, podemos hacer el recorrido completo –hasta Salvatierra– o atajar si nos desviamos a la derecha tras Larrea o, más adelante, en Heredia. En cualquier caso, el paisaje es siempre agradable, exóticamente amplio y despejado, ideal para avanzar sin más preocupación que adecuar el ritmo al viento.
Y, al igual que los miles de triatletas que colonizan la capital unos días de verano, lo mejor es haber partido de Landa, donde se aparca sin problemas cerca de toda clase de servicios. Si hace calor, puede redondearse el día con un baño –la 'playa' tiene duchas– antes de tomar algo en el bar situado junto al aparcamiento, acostumbrado a atender a bañistas, ciclistas y paseantes. Allí, sentados en una terraza con árboles, podemos comentar la jornada, donde el único obstáculo ha sido la subida a la presa, el tramo en el que recuperamos la altura que hemos ido perdiendo a lo largo del día. Podemos consolarnos en que solo vamos a hacerla una vez, y no varias y sobre una torpe y nerviosa bicicleta de contrarreloj.