Waldo de los Ríos se mató en el cénit de su éxito a los 42 años.

El genio que se voló la cabeza tras hacerse rico con el 'Himno a la alegría'

Una madre posesiva y una homosexualidad no asumida llevaron a Waldo de los Ríos a suicidarse en 1977. Un documental en RTVE Play cuenta la atormentada vida del músico

Lunes, 7 de julio 2025, 16:24

Waldo de los Ríos era en 1977 el compositor y arreglista más rico y popular de España. En el garaje de El Olivar, su mansión ... en la urbanización del Conde de Orgaz en Madrid, descansaban coches de ensueño que nadie más tenía: un Lamborghini Jarama, un Maserati Boomerang, el rarísimo Fiat Moretti Sportiva, el prototipo del Porsche Tapiro, que inspiraría el DeLorean de 'Regreso al futuro'. Se calcula que su 'Himno a la alegría' cantado por Miguel Ríos a partir de la Novena Sinfonía de Beethoven le había reportado solo en 1969 unos 5 millones de dólares, equivalentes a 35 millones actuales. Raphael, Jeanette y Karina, entre otros, le debían sus carreras. Desde Hispavox había patentado junto al productor milanés Rafael Trabucchelli el 'sonido Torrelaguna' (nombre de la calle de la discográfica), suntuosas orquestaciones que aterciopelaban canciones que hoy forman parte de la cultura popular.

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De los Ríos, que llegó a nuestro país procedente de Argentina a mediados de los 60, aparecía en Televisión Española con sus gigantescas gafas de pasta junto a su amigo Chicho Ibáñez Serrador, para quien compuso la banda sonora de los dos largometrajes que dirigió: 'La residencia' y '¿Quién puede matar a un niño?'. Un artista de éxito casado con una actriz bellísima, la uruguaya Isabel Pisano, condenado a popularizar piezas de música clásica ante el desdén de la crítica elitista. Un pionero de la música electrónica que trató con Stanley Kubrick para componer la banda sonora de 'La naranja mecánica', y que el 28 de marzo de 1977 se voló la cabeza de dos disparos de escopeta en el dormitorio de El Olivar. Tenía 42 años.

Tráiler de 'Waldo'.

Su padre y su padrastro se habían quitado la vida de la misma manera. El día de su suicidio lo tenía claro desde que se lo reveló una sesión de ouija, un entretenimiento paranormal al que eran aficionados algunos ricos de la época. 'Waldo', el documental de Charlie Arnáiz y Alberto Ortega disponible ya en RTVE Play tras su paso por las salas, reivindica el deslumbrante legado musical del hombre que internacionalizó el pop español en contraposición a una existencia torturada. Los autores de 'Anatomía de un dandy', otro modélico filme sobre Francisco Umbral nominado al Goya, vuelven a arrebatar con una elaboradísima película que bebe de mil fuentes: los testimonios (sin rostros) de quienes le trataron, como su viuda, Miguel Ríos, Raphael y Teddy Bautista, imágenes de programas de la época, las cintas de Super 8 caseras que grababa el compositor y los casetes con reflexiones que enviaba a su madre en Argentina. Preocupado por pasar a la posteridad, Waldo de los Ríos diseñó la puesta en escena de su suicidio. Colocó fotos del joven del que estaba enamorado sobre la cama, hacia la que apuntaba una cámara que pudo haber grabado la escena.

Una madre posesiva y la homosexualidad no asumida explican en buena parte el infierno que padeció el autor de la sintonía de 'Curro Jiménez'. De los Ríos fue un niño prodigio gordito y atildado, que acompañaba al piano a su severa madre, la cantante folclórica Martha de los Ríos. Su dependencia emocional hacia una mujer demandante y egoísta prosiguió incluso de adulto. A ella no le bastaba con que le enviara grandes sumas de dinero, sino que trató de impedir que se casara con Isabel Pisano, que abortó cuando se quedó embarazada: el músico no quería nada que pudiera distraerle del trabajo. Actriz de Fellini y Bigas Luna, reportera de guerra, amante de Yasir Arafat, Pisano merece un documental para ella sola.

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Waldo de los Ríos junto a su mujer, la actriz Isabel Pisano, y Chicho Ibáñez Serrador, para quien compuso la música de 'La residencia' y '¿Quién puede matar a un niño?'.

En la España de los 70 ningún artista salía del armario y Waldo de los Ríos no fue la excepción. Víctima de depresiones, obsesionado por su peso, solo en el último tramo de su vida se dejó ver en locales de ambiente, como la barra de la discoteca Bocaccio, donde quedó prendado de un joven empleado de hotel que no se dejó impresionar por su fama y riqueza. En una emocionante estrategia de guion, 'Waldo' está narrado por el periodista andaluz Miguel Fernández, que hace cinco años publicó la biografía del músico, 'Desafiando al olvido'. Fernández también tardó treinta años en vivir con naturalidad su homosexualidad en una época de libertad que, por desgracia, no llegó a conocer Waldo de los Ríos.

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