Ayer por la mañana me encontré en la carnicería con una amiga a la que le falta muy poco para salir de cuentas. Estaba estupenda, ... venía de realizarse unas pruebas rutinarias y, posiblemente, de escuchar palabras como 'meconio', 'pródromo' o 'lanugo'. Dice Katixa Agirre en 'Las madres no' que la red léxica del embarazo remite a enfermedad y a maldición bíblica. Y aboga, con humor, por la reconstrucción del diccionario.
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Al despedirme de mi amiga, le pedí que si no la veía antes, se acordara de avisar cuando naciera su hijo. Si todo va bien, durante estos días en mi vida no pasará nada reseñable: algunas lecturas, avanzar con la novela, cosas del trabajo. Sin embargo, ella hará algo alucinante: traer a una nueva persona a este mundo. Espero mirar pronto la cara de su hijo y disimular el pasmo inexplicable que me produce contemplar a los recién nacidos. A veces, los diccionarios no nos alcanzan.
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