Acordanza política

En este tiempo de discordancia política se hace necesaria una pausa. La acordanza se une mejor a europea que a la política española. Los ciudadanos empresarios, juristas, agricultores, profesores… se sienten decepcionados con la política y, sobre todo, con los políticos tragados por sus partidos y su maquinaria. Esta sensación de desgaste no afecta tanto a los ciudadanos políticos que pocas veces son capaces de pulsar el verdadero alcance de lo que dicen y hacen. En este tiempo, representar con honestidad, trabajo, valentía parece que se ha vuelto una labor imaginaria.

La acordanza europea intenta volar y tomar tierra, cada día en temas como seguridad y defensa; autonomía estratégica, competitividad, tecnología, la Inteligencia Artificial ensamblada a la ética o la negociación para establecer nuevos acuerdos comerciales en este gran mercado global que se está reajustando forzosamente por los aranceles de Trump. Por cierto, tres jueces de la Corte de Comercio Internacional han determinado que el Congreso de Estados Unidos no delega una autoridad «ilimitada» en su presidente.

La UE mira a su poder continental, Europa, en asuntos de relevancia decisiva para sobrevivir como modelo político, de valores, de Estado de derecho. También a un Mercado Único real, una geopolítica europea, el apoyo a Ucrania, la inmigración legal coordinada o tomar el timón de la reindustrialización. Hay que decir que, mientras en Gaza mueren niños de hambre, la mirada de los partidos enfoca, en general, más a la clave política que a la humanitaria. El Papa León XIV da luz a la verdadera tragedia, a los niños que están perdiendo la vida.

La acordanza europea es palpable en la respuesta de los ciudadanos en el Eurobarómetro más reciente. La confianza en la UE está en su nivel más alto desde 2007, el 75% se siente ciudadano de la UE; el 81% está a favor de una política común de defensa; el 83% apoya el euro. Respecto a los valores, los encuestados destacan paz, democracia, respeto al Estado de derecho y a los derechos fundamentales.

Leyendo estas respuestas existe una acordanza a nivel europeo enlazando la política y las políticas con los retos decisivos que afrontamos. En esta línea, es también importante recoger la ambiciosa Estrategia de la UE para las empresas emergentes y en expansión, 'Choose Europe to Start and Scale' es su título original.

Es cierto que la regulación debe flexibilizarse para no ahogar al tejido empresarial pero sin que el modelo regulatorio europeo pierda un ápice de su capacidad normativa equilibradora. Además, la burocracia debe existir, es orden; aunque, como ha propuesto la Comisión Europea, debe permitir unos trámites más ágiles y sencillos.

El Ejecutivo europeo ha puesto sobre la mesa su voluntad de flexibilizar las pautas regulatorias para permitir el crecimiento empresarial y, por tanto, una Europa más competitiva siguiendo las directrices del Informe de Mario Draghi.

La palabra acordanza no enlaza tanto con la política que estamos presenciando a nivel nacional. Los partidos dedican demasiado tiempo al eslogan y poco a un análisis de calidad que dé respuestas reales.

Veo dos mundos 'paralelos': el de la política europea y el de lo que está sucediendo en España. La corrupción invade cada día las noticias entrando sin pudor en la vida de los españoles. Además, la capacidad de relacionar los temas que vertebran la actualidad encauzando las propuestas de los partidos es difícil de encontrar.

Inmersos en una etapa de tinieblas en la política, me gusta el título del libro de Iván Espinosa de los Monteros: 'España tiene solución. Hacia un futuro brillante y próspero'. Echo de menos en el índice las palabras Europa, Unión Europea, en el título de algún capítulo o epígrafe aunque sé que estarán entre sus páginas. Empiezo a leer tomando notas.

La acordanza política requiere una auditoría desde todos los sectores a los partidos. Sé que escuchan a expertos, encargan informes, pero creo que en demasiadas ocasiones ejes esenciales son eclipsados por los intereses partidistas y se quedan en mensajes vacíos.

Víctor Hugo nos dice: «En el siglo XX, existirá una nación extraordinaria. Será grande, lo que no impedirá que sea libre. Constituirá un ejemplo para el mundo. Será culta, pacífica y amistosa con el resto de la Humanidad. Se llamará Europa». Este sueño debe intentar asentarse en nuestra Europa del siglo XXI, con el eslabón fuerte de la UE y de cada uno de sus gobiernos, con democracia representativa; con respuestas tangibles a los grandes desafíos geoestratégicos. Con acordanza política.