
La sensatez y la epidemiología
No es sensato no implantar medidas que limiten la extensión del covid. Casi hemos dejado de contar, de rastrear, con una incidencia aún importante
mikel álvarez yeregi
Miércoles, 20 de julio 2022, 00:10
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mikel álvarez yeregi
Miércoles, 20 de julio 2022, 00:10
Recientemente, observando en los medios de comunicación la noticia del asesinato de Shinzo Abe, las imágenes que se transmitieron me han motivado algunas reflexiones. Seguro ... que más de uno reparó en que, en el momento de la detención del agresor, tanto éste como los agentes que lo detuvieron llevaban todos mascarillas faciales. Ese día 8 de julio, según datos facilitados por Our World in Data, la tasa de casos diarios de covid-19 por millón de habitantes en Japón era prácticamente la mitad de la que presentaba España. En las imágenes relacionadas con los hechos que se difundieron más adelante se podía observar que el enmascaramiento de agresor y agentes no se debía a razones de ocultamiento sino al sentido común, pues toda la población japonesa llevaba mascarillas en los actos del velatorio.
Conforme a los datos facilitados por OWiD para la semana 26 del año, en la que la OTAN celebró su cumbre en Madrid, la tasa de casos diarios en España triplicaba a la presente en ese momento en Japón. Además, la tasa diaria en España venia incrementándose desde prácticamente un mes antes. Sin embargo, en la cumbre nadie llevaba mascarillas, ni en los actos sociales, ni en los de trabajo que se desarrollaron en Ifema.
Esa semana 26 del año, el incremento de casos en Europa (datos de la Agencia ECDC) era del 29% respecto de la semana anterior. Esa semana fallecieron por covid-19 en Europa 2.913 personas, de las cuales el 90% eran mayores de 65 años.
La mortalidad por covid por millón de habitantes comparada entre España y Japón es casi diez veces superior en nuestro país y, como señalaba recientemente 'The New York Times', la mortalidad en EE UU es hasta doce veces superior a la nipona. Es cierto que son culturas diferentes y que los aspectos antropológicos también tienen una importancia mayor en la respuesta y el control de esta sindemia-pandemia. De hecho, aun no existiendo en Japón una obligatoriedad en la utilización de la mascarilla, el aleccionamiento y la reacción de grupo han resultado en una utilización masiva de éstas. De alguna manera existe una presión social para su uso. En nuestro caso, además de que llevarla o no llevarla se puede convertir como en EE UU en una actitud hasta ideológica, la realidad es que la reacción grupal conduce en este momento a no llevarla. Si nadie la lleva, ¿qué haces tú con una mascarilla en la reunión?
La epidemiología es una disciplina compleja y la epidemia del covid-19 ha provocado aún más una incertidumbre a la hora de emitir opiniones epidemiológicas con fundamento científico. Ya desde el principio de la epidemia la comunidad científica se debatía a grandes rasgos en dos posiciones: una, la denominada declaración de Barrington, que defendía un aperturismo frente a la onda pandémica, facilitando una infección comunitaria sin muchas restricciones; y otra segunda, el denominado memorándum de John Snow, que consideraba que frente a la pandemia había que ser más restrictivos y limitar su extensión. Dos visiones diferentes sobre la denominada inmunización de grupo o 'de rebaño'.
La realidad ha estado y está llena de incertidumbres. La misma vacunación empezó siendo una dosis de una vacuna maravillosa y algunos en breve nos pondremos la cuarta dosis y habremos pasado una o dos veces la infección. Todo es incertidumbre. Pero ello no debe desviarnos de la sensatez. La epidemiologia ya irá extrayendo sus conclusiones de una manera más rigurosa, pero todos sabemos que no es sensato no implantar medidas limitadoras de la extensión de algo que, primero, es perjudicial y, segundo, aún desconocido. Si, desconocido, pues todavía no conocemos muchos aspectos de la inmunidad derivada de esta relación entre huésped-virus. Aún es muy pronto para extraer conclusiones, pues los escenarios son cambiantes: variantes, estacionalidad, vacunas, inmunidad… demasiado complejo para extraer de manera simplista cuatro conclusiones.
Por ello, recurramos también a la sensatez. Decían sir Macfarlane Burnet y David O. White en su libro clásico 'Historia natural de la enfermedad infecciosa' que «para un conocimiento certero de la epidemiologia es de primordial importancia la valoración de la frecuencia e importancia de la infección subclínica». Pero nosotros casi hemos dejado de contar, de rastrear, alentamos a que los positivos acudan a su trabajo, nuestros comportamientos sociológicos se olvidan de que aún estamos con una incidencia importante...
Fue precisamente John Snow, calificado como el padre de la epidemiología, quien a mediados del siglo XIX estudió la epidemia del cólera en el Soho de Londres y sus mecanismos de transmisión desde un pozo de agua contaminada por aguas fecales, sin conocer aún que la enfermedad era ocasionada por un vibrio (un género de bacterias). Aplicó el estudio de campo, el razonamiento científico y el sentido común, y a través de la observación concluyó que era necesaria la clausura de un pozo de agua que era el origen de las infecciones.
Tampoco en esta ocasión es fácil acertar y, sobre todo, es imposible hacerlo con el único argumento de criterios epidemiológicos, pero merece la pena que apliquemos un poco de sensatez a este contexto lleno de incertidumbres.
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