EC

El 'gran renacimiento' de China

Quiere demostrar que ya no se verá doblegada como lo fue por Japón

Sábado, 13 de septiembre 2025, 00:01

El 'tiempo largo' de Xi Jinping empieza a fructificar. La exhibición de poderío en Tianjin y Pekín, ofrecida al planeta iniciado septiembre, es todo un ... desafío al orden mundial occidental. Rusia, Corea del Norte, Irán, Pakistán, India y un nutrido «círculo de amigos» invitados acudieron cada cual con sus intereses. El mensaje del presidente chino es que un Sur global alrededor de una voz colectiva, potencialmente más fuerte que Occidente, se erige ya. Pero, ese Sur global no existe. Asqueados, el rechazo hacia los Estados Unidos de Donald Trump es el único denominador común de cuantos países agasajaron a Xi. Poco importa al Imperio del Medio, esa repulsión es eficaz.

Publicidad

Con el «multilateralismo» y la «gobernanza global», el número uno chino pretende recalibrar el orden mundial que, a sus ojos, ha favorecido a Estados Unidos y sus aliados desde el siglo pasado. Para él, los valores de la democracia y del Estado de derecho 'decretados' por estos erosionan la legitimidad de regímenes como el suyo, tan capaz como aquellos de producir éxito económico y progreso para su pueblo. Entre los 'miembros' del supuesto Sur global existen muy pocos valores comunes sobre lo que debe ser una buena gobernanza o el modelo de régimen preferible a todos los demás.

Como renovación, China ofrece una plataforma en la que cada nación es admisible sin santos ni parias. Su diplomacia dibuja una visión del mundo mucho menos moralista que la defendida por los occidentales. Cada país sigue su propio interés; China se acomoda a ello, ya que figurar como potencia mundial reconocida, la refuerza. El contexto actual fortalece este discurso: con el debilitamiento de las instituciones en Estados Unidos, las imágenes del sufrimiento infligido por la armada israelí a la población en la Franja de Gaza, con el apoyo diplomático y armamentístico estadounidenses al exterminio, ¿quién invoca una supremacía moral?

El proceder del presidente de la primera potencia, Donald Trump, alimenta la necesidad de un mundo alternativo. Su falta de estrategia coherente respecto a China, sus falsos pasos hacia India, empujando al primer ministro, Narendra Modi, a Pekín, sus virajes radicales sobre la guerra en Ucrania, su complacencia para con los autócratas, su rechazo del derecho internacional y del multilateralismo, la guerra comercial que escalda a todos los socios, todo esto ha sembrado el caos en la escena mundial y la confusión entre los aliados tradicionales de EE UU. Paciente y anclado en el tiempo largo, Xi Jinping no podía soñar con nada mejor.

Publicidad

China desea el liderazgo mundial y el retroceso estadounidense la ayuda. Sin fijar coaliciones, la Organización de cooperación de Shanghai ofreció el 1 de septiembre en Tianjin la versión diplomática de una alternativa de orden mundial. El anfitrión Xi, apeló a la cooperación y buena voluntad para reconstruir «un mundo multipolar, justo y ordenado». Demuestra con estos encuentros que dispone de una red de socios equivalente a una amplia parte de la población mundial. Aunque algunos son atraídos hasta ahí por el desdén de la administración de Trump, Occidente no puede ignorar estas 'quedadas'.

Mucho menos cuando el desfile militar que recorrió la avenida de la Paz eterna en Pekín el 3 de septiembre asentó que «el orden justo» no excluye la demostración de fuerza. En la tribuna, junto a Xi, el hombre de Pyongyang, Kim Jong-un, y claro está, su homólogo ruso, Vladímir Putin, «el amigo sin límites». La 'operación especial rusa' en Ucrania no se habría sostenido estos tres largos años sin las municiones y los hombres llegados de Corea del Norte, sin los drones iraníes y sin la ayuda tecnológica de Pekín, pese a que las autoridades chinas se cuidan mucho de no traspasar la línea de la co-beligerancia. Ascendencia moral, ¿de quién sobre quién?

Publicidad

La exhibición de ingenios en Tiananmen desafía las capacidades militares de EE UU y de sus aliados. China quiere demostrar que ya no será doblegada como lo fue por Japón, avisar sobre sus posibilidades de acción en el Indo-Pacífico y que nadie le dictará su conducta, incluida sobre Taiwán. Ataques norteamericanos en Yemen, doce días de guerra en Irán, destrucciones en Venezuela y amenazas sobre Groenlandia o el canal de Panamá complican demasiado nuestro tiempo.

Como culminación, China también ha convocado el pasado al servicio de su futuro. Coincidiendo con las celebraciones del 80 aniversario del final de la segunda guerra mundial, Pekín impone una narración que hace figurar a China como actor principal de la victoria al lado de Unión soviética, reescribiendo el relato que otorga a los occidentales un papel dominante. Una atribución de méritos, de una ascendencia moral sobre la lectura histórica. Así funciona Xi Jinping para convertir a China en un garante 'seguro' del orden internacional heredado del mundo que emergió en 1945. Y el Partido es el centro de la gran transformación.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad