R. C.
El foco

El impacto de reducir la jornada

En nuestro panorama de pequeñas y medianas empresas, disminuir el tiempo de trabajo, sin rebajar los salarios ni la productividad, no será posible sin el apoyo del Gobierno

Domingo, 12 de noviembre 2023, 00:02

En los últimos años, la sociedad ha empezado a plantear que el cambio en el modelo productivo debe centrarse en la protección de la salud ... y en el bienestar de las personas. La pandemia nos demostró que otras formas de organizar el trabajo son posibles sin que repercutan en la buena marcha de las empresas. Durante la crisis de 2008 se generalizó la necesidad de buscar estabilidad en los empleos, pero tras la crisis de la Covid-19 las personas trabajadoras manifiestan la aspiración de preservar su salud mental, de mejorar su conciliación, de reducir sus niveles de estrés y de aumentar su tiempo de ocio o el dedicado a su familia. La reducción de la jornada laboral sin duda ayuda a conseguir estos objetivos y no solo se presenta como justa y necesaria, sino que también es técnicamente posible.

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La jornada laboral en España sigue siendo la misma desde hace cuarenta años. En 1984 se redujo de 44 a 40 horas semanales sin que ello supusiera ningún perjuicio ni de la productividad ni de los beneficios empresariales. El mundo laboral ha sufrido desde entonces cambios significativos: se ha introducido la digitalización en los procesos, la normalización del teletrabajo, han aparecido nuevas formas de trabajo y una larga lista de aspectos que ya nada tienen que ver con las características de los puestos laborales de entonces. Según los datos de la Agencia Tributaria aportados al Observatorio de Márgenes Empresariales, en los últimos años los márgenes empresariales han aumentado de forma generalizada, llegando a alcanzar máximos históricos: en 2023, un 58% más que en los niveles prepandémicos.

Desde UGT llevamos años apostando por una reducción de la jornada laboral sin merma salarial. Los diferentes proyectos piloto que se han llevado a cabo han resultado muy beneficiosos tanto para las personas trabajadoras como para los resultados de las empresas. La discusión sobre la posibilidad de acortar la jornada ha ganado mucha fuerza en los últimos años y se ha producido una oleada de ensayos y proyectos piloto en toda Europa para testar los potenciales beneficios asociados a esta propuesta. Los buenos resultados que ya se están cosechando hacen que esta transformación no solo sea socialmente necesaria, sino técnica y políticamente posible.

Mejoran la salud, las posibilidades de conciliación y hastala calidad del aire por la caída de los desplazamientos

En Islandia se llevó a cabo un proyecto piloto de reducción de la jornada de trabajo sin merma salarial con excelentes resultados de productividad, reducción del estrés y aumento de la satisfacción en materia de conciliación. En Reino Unido realizaron un ensayo con 61 empresas, de las que 56 decidieron prorrogar la medida de mantener cuatro días de trabajo a la semana. En España, el Ministerio de Industria lanzó en 2022 un programa piloto de ayudas para las empresas que decidan recortar la jornada sin bajar los salarios y la Comunidad Valenciana puso en marcha también otra iniciativa en la que se otorgaban ayudas, para tres años, hasta de 9.611 euros por trabajador que tuviera reducida el 20% de su jornada. Los primeros datos de este estudio muestran que han mejorado los índices de salud de las personas trabajadoras (el 37% ha podido hacer más deporte, el 27% ir más al cine, el 40% viajar y el 48% visitar espacios naturales). Se ha producido una disminución de los niveles de estrés y ha aumentado la facilidad para conciliar (el 72% dedica más tiempo a estar con los amigos, el 35% a visitar a familiares, el 44% a cuidados de personas dependientes y el 57% practica actividades de ocio y tiempo libre con hijos e hijas).

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También se destacaba que en Valencia la calidad del aire había mejorado debido a que se registraba menos tráfico al no producirse los desplazamientos a los centros de trabajo. En otros países, como en Alemania, también se han unido con un proyecto piloto que tendrá una duración de seis meses y que se realizará entre febrero y agosto de 2024, con la fórmula del 100/80/100 (100% de salario, 80% de jornada y 100% de productividad) y por el que ya se han interesado más de 50 empresas.

A través de la negociación colectiva también se han hecho avances y se ha reducido la jornada laboral sin afectar a la productividad ni a la viabilidad de las empresas. Los datos de los convenios colectivos firmados hasta septiembre pasado muestran que el 50,2% de las personas trabajadoras están afectadas por una jornada media de entre 38,5 y 39,5 horas semanales (de 1.712 a 1.758 horas anuales). El 29,8% trabajan de media entre 37,5 y 38,5 horas (de 1.712 a 1.758 horas/año) y el 11,9% tienen una jornada media inferior a 37,5 horas semanales (menos de 1.712 horas al año).

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Estamos convencidos de que la reducción de la jornada laboral no será posible sin el apoyo gubernamental. El tejido productivo mayoritario de este país, basado principalmente en pequeñas y medianas empresas, hace muy difícil -por no decir, en muchos casos, imposible- que solo a través de la negociación colectiva se llegue a una reducción de la jornada, ya que en muchas de las compañías no existe representación sindical o no están amparados por un convenio. Por ello, la propuesta que hemos hecho llegar al Ejecutivo es la de reducir a 35 horas semanales la jornada legal para todas las personas trabajadoras y avanzar hacia las 32 horas semanales en la negociación colectiva sectorial o de empresa.

El Ministerio de Trabajo y Economía Social presentó en junio un informe de un grupo de expertos para fundamentar una posible ley de usos de tiempo y racionalización horaria. Se indicaba que era posible, sin mermar los salarios ni la productividad, reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales en 2026 y llegar a las 32 en 2032. El 24 de octubre, PSOE y Sumar presentaron un acuerdo que recoge el compromiso de reducir la jornada laboral de forma progresiva hasta las 38,5 horas en 2024 y llegar a las 37,5 horas semanales en 2025. Vemos positivo este avance, pero trabajaremos para que las 35 horas semanales sean una realidad por ley durante la próxima legislatura, en camino de alcanzar las 32 a través de la negociación colectiva.

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