Don sin din, campana sin badajo
La cuestión es cómo revertimos la desconfianza de la población hacia el sistema sanitario. Y no hay peor manera que querer convencerla de que todo va bien
Todos los sistemas sanitarios del mundo viven tensiones, eso es evidente. Algunos, los más pobres, han perdido muchos de sus recursos gracias al ejercicio de ... responsabilidad y liderazgo de la Administración Trump, que considera centros de despilfarro y filocomunismo a organismos como Usaid (la Agencia de EE UU para el Desarrollo Internacional) y la OMS. Otros, los sistemas de los países más ricos o medianamente ricos, tienen problemas porque el envejecimiento y el incremento de la demanda dificultan la sostenibilidad económica de las arcas públicas. Y, además, todo esto se ha vuelto aún más difícil de gestionar por los vientos que impulsan el incremento del gasto militar para defendernos de los rusos, de los chinos y de los marcianos; de los malos, en una palabra.
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Ante esta incertidumbre y con la necesidad de reformular la asistencia sanitaria y el desarrollo de la salud de la ciudadanía, varias comunidades autónomas (Aragón, Catalunya, Baleares, Asturias, por ejemplo), además de Euskadi, han realizado ejercicios de reflexión parecidos al Pacto vasco de salud, aunque esos encuentros hayan tenido denominaciones diferentes. Enfoques parecidos y conclusiones similares.
Además de que todos ellos son interesantes, es conveniente mirar a otros países con problemáticas parecidas, especialmente a los europeos, y estudiar sus propuestas para la transformación de los sistemas sanitarios. Uno de ellos es Reino Unido, cuyo sistema de salud público, el NHS, se constituyó en 1948 y ha sido definido como la joya de la corona para los británicos. El pasado año el Partido Laborista volvió al poder tras catorce años en la oposición durante el Gobierno conservador. Una de las primeras medidas de los laboristas fue encargar al prestigioso médico lord Darzi un informe evaluando el acceso de los pacientes, la calidad de la atención y el rendimiento general del sistema de salud.
El equipo de Darzi trabajó durante nueve semanas y presentó su estudio en septiembre pasado. En la carta de presentación del documento Darzi, dirigida al secretario de Salud, se ofrecen 28 conclusiones entre las que, después de afirmar que el NHS atraviesa graves problemas y apelando a ser honestos en el diagnóstico, se desgranan las habituales dificultades que compartimos los sistemas públicos de salud: las trabas en el acceso a los tratamientos y diagnósticos médicos, la productividad del sistema, la falta de desarrollo de la atención primaria y el excesivo 'hospitalcentrismo'. También la atención sociosanitaria y, cómo no, las dificultades en la captación y gestión de los profesionales.
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Además, el informe Darzi hace hincapié en una situación que también debería preocuparnos a otros sistemas públicos de salud: la escasa inversión en capital, con una devaluación de las inversiones en equipamientos y tecnologías. Siempre pensamos que en salud se invierte mucho en este apartado porque las cifras son muy voluminosas, pero la realidad es que tanto el NHS británico como el sistema español (vasco incluido) tiene una escasa inversión en capital, con una renovación insuficiente en las instalaciones sanitarias y en las tecnologías necesarias para hacer más productiva la actividad. Esto sería inconcebible en una empresa privada que desee ser competitiva.
Más recientemente se han publicado varios documentos complementarios a aquel informe del año pasado. Uno de ellos es el presentado este mes de julio en el Parlamento británico con una previsión para la transformación del NHS en los próximos diez años. Su eje de actuación se sostiene sobre tres campos de trabajo: el primero, del hospital a la comunidad, promoviendo más atención disponible cerca de casa, reforzando la atención primaria; el segundo, de lo analógico a lo digital, en el que la nueva tecnología liberará al personal de tareas administrativas y hará que reservar citas y gestionar la atención sea sencillo; y, tercero, de la enfermedad a la prevención, reforzando aspectos preventivos y estudios genéticos desde el nacimiento.
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En realidad, todos los sistemas de estas características tienen problemas comunes y diagnósticos de carencias muy parecidos. Pero la cuestión principal no es el qué, sino el cómo lo hacemos: cómo hacemos para revertir esta tendencia general de desconfianza entre la población y también para mejorar el sistema. Y no hay peor manera de actuar que la de querer convencer a la población de manera machacona de que todo va bien. Como bien señala Darzi, el principio rector es la honestidad: el acto de contrición para el propósito de la enmienda.
El plan presentado en el Parlamento británico por el secretario de Estado incorpora un apartado de sostenibilidad financiera con un importante incremento en el presupuesto de inversiones tecnológicas, reformas y mejora de servicios para el próximo decenio. Aunque también ha recibido críticas (Fundación de Salud de Reino Unido) por ser considerado insuficiente y tecno-optimista, es cierto que existe un compromiso de incremento de inversión que acompañará al plan de transformación del NHS.
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Porque como bien decía mi abuela con escepticismo riojano e intentando interpretar toda la cosmogonía con proverbios o aforismos heredados, «don sin din, campana sin badajo».
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