José Ibarrola

Cuestión de estilos

Aunque a un candidato le recomienden que para ganar hay que mentir, apabullar, ¿realmente lo hace si esa no es su manera habitual de proceder?

Viernes, 21 de julio 2023, 00:03

Resulta cada vez más tedioso asumir, y con gran incomodidad en muchos casos, las campañas electorales actuales. Sin querer entrar en el asunto tan espinoso ... de si realmente las campañas electorales sirven para algo, cuyo asunto sigue en discusión entre teóricos y políticos profesionales, lo que está claro es que el voto de cada persona depende de múltiples factores. Y estos no están necesariamente ligados a las campañas que se hayan realizado por parte de los partidos. Pero lo que sí muestran es el estilo de los candidatos y de sus formaciones.

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Hemos entrado en los últimos años en una nueva era de la comunicación, y además de carteles, octavillas, eslóganes y mítines ahora disponemos de plataformas digitales, medios audiovisuales, redes sociales… Y en este actual escenario añadimos al elenco, como figuras principales, a los asesores políticos, los llamados 'spin doctors', esas personas que asesoran, y parece ser que llevan las riendas, y deciden qué hacer, y qué decir diariamente, en la campaña electoral: el fenómeno del 'spin doctoring', así llamado por Mª Reyes Cala (tesis doctoral, 2013).

Lo que más impresiona es que actitudes tan reprobables en la vida diaria puedan triunfar en unas elecciones

Las diferentes definiciones que ofrecer esta autora coinciden en que lo que se busca es un giro, una influencia en la opinión pública y en el periodismo, que le sea favorable al candidato. Así, deciden la estrategia diaria a seguir y aplican técnicas en su relación con los medios de comunicación. Todos los expertos parecen coincidir en que se trata de «un juego entre asesores y periodistas», creando una relación beneficiosa para ambos; yo te doy información privilegiada, tú me pones en el candelero con lo que me interesa. Si todo esto lo unimos a las actuales tendencias en la comunicación político-electoral, que se rige por las leyes de las emociones (las nuestras), el cóctel es perfecto para ser bebido.

Y me pregunto si estos asesores han sido, o son, capaces de cambiar la actitud, el estilo, de afrontar una campaña electoral por parte de los candidatos, o estos lo traen de casa, y lo único que hacen es reforzarlo. Las estrategias ya las estamos viendo: Mentiras en los datos (España está en la ruina económica), medias verdades (violadores a la calle), eslóganes dañinos (que te vote…), resurrección de entes (ETA está viva y sus hijos en el Parlamento), desconfianza de las instituciones (Correos es un chiringuito), amenazas de pufo electoral, empleo del llamado Galope de Gish (ametrallar con mentiras con la consiguiente incapacidad de respuesta)…

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El trato a las mujeres refleja lo que pasa en la sociedad: criticar a las periodistas, ignorar a las oponentes en un debate...

Sin embargo, aunque a una, como candidata, le recomienden que la táctica para poder ganar es ser brava, apabullar, mentir una y otra vez, aunque sea siempre la misma mentira, menospreciar, atacar, aupar la confrontación, ¿realmente lo hace si esa no es su manera de proceder en su comportamiento diario? ¿Hay alguien que de repente se puede volver chulo, faltón, mentiroso, si no lo es? ¿Dónde quedan la ideología, los programas detallados y sus políticas a seguir, las explicaciones al ciudadano y el respeto a los otros candidatos y a los propios votantes? ¿El objetivo solo es vencer humillando?

Ahora bien, lo que más impresiona es que todas esas actitudes, tan reprobables en la vida diaria, puedan triunfar en unas elecciones. En el fondo parece que lo que más gusta es el matón de la clase y su estilo de comportamiento. Por no hablar del trato continuado a las mujeres en estas elecciones, que es reflejo de lo que pasa en toda la sociedad, y se escapa a la labor de los asesores. Criticar a periodistas mujeres, y más si alguna de ellas se ha atrevido, en honor a su profesionalidad, a hacer preguntas incómodas. Ignorar, de diversas maneras, a la mujer que tienes enfrente en un debate… Por no hablar de todos los descalificativos, al más puro estilo viril, que han tenido que aguantar algunas mujeres con poder en estos últimos años y todos esos tuits que se escriben desde el hígado (para luego borrarlos)…

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¿Dónde quedan la ideología, los programas detallados y sus políticas a seguir, las explicaciones al elector y el respeto a los adversarios?

Y para cerrar el círculo, esa identificación que algunos hacen del país y sus instituciones, de la prensa, los medios de comunicación, etcétera, con un presidente (siempre son hombres) o con un Gobierno. Parece que es la misma línea de otros países, con regímenes totalitarios o menos calidad democrática, que cuando alcanzan algún poder se adueñan de las instituciones, controlan la prensa, mienten y ocultan datos, bajo el lema de 'yo soy el Estado y sé lo que os conviene', por supuesto ya conocida en España.

¿Esto es todo estrategia de campaña? No, es una cuestión de estilo, de maneras de proceder y de entender la vida colectiva.

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