Ecosistemas de innovación: el futuro es colaborativo
Estamos lejos de los líderes con los que compiten nuestras empresas, con los que disputamos en atracción de y retención de talento
Estamos viviendo un momento caracterizado, a mi entender, por dos elementos relevantes. Por un lado, la incertidumbre provocada por diversas crisis que ya no solo ... son cíclicas sino que se solapan unas con otras de forma que sus efectos se amplifican. Por otro, una continua disrupción con la expansión de tecnologías que, si bien son fuente de oportunidades, también nos exigen prospectar el futuro, considerar la existencia de múltiples alternativas para ese futuro y poder así escoger dónde queremos ser protagonistas. Y todo ello desde el convencimiento de que el futuro pertenecerá a los que sean capaces de generar un crecimiento sostenible e inclusivo que dé lugar a sociedades más estables, justas y prósperas.
De ahí que hablemos de abordar transiciones (medioambiental, digital, sociosanitaria), de transformar, evolucionar y desarrollar resiliencia. En definitiva, estamos hablando de INNOVAR para crear los fundamentos que nos cimienten el crecimiento futuro.
Una innovación que debe dar soluciones a problemas cada vez más complejos en los que ya no vale la innovación desarrollada por uno solo, sino que la colaboración, la llamada 'innovación abierta', se ha convertido en el único medio para abordarlos. Es decir, concebimos la innovación como un fenómeno colaborativo que se produce en un ecosistema constituido por múltiples agentes de distinta índole, interconectados entre sí con el objetivo común de hacer frente a retos futuros. Un ecosistema en el que el mundo privado debe ser el protagonista comprometido y tractor; en el que las instituciones públicas impulsen con sus políticas de incentivación el desarrollo del ecosistema cubriendo los fallos de mercado; con un entorno de investigación básica y aplicada que penetre en la tecnología avanzada y la transfiera; y con una sociedad que, consciente del valor de la innovación, la aprecie y potencie. En definitiva, un entorno en el que se cree una dinámica positiva de crecimiento que genere de manera continua subecosistemas o 'hubs' que aborden nuevos proyectos avanzados.
Es manifiesta la tendencia mundial a la generación de estos ecosistemas de innovación: Baden-Wurtenberg, Shenzen, Boston, Zúrich, Israel, el eje Londres-Cambridge son unos pocos ejemplos de una larga lista. Todos ellos caracterizados por una estrecha y transparente colaboración entre el capital estructural (los medios), el capital humano (las personas) y el capital relacional (el intangible que une a los dos anteriores).
A nuestro entender, una de las bases de la resiliencia con la que Euskadi ha sido capaz de superar sucesivas crisis y desarrollarse como una sociedad avanzada ha sido la progresiva constitución de su propio ecosistema de innovación. Un ecosistema que nace de unos valores intrínsecos a nuestra cultura industrial (visión, compromiso, valentía, esfuerzo…), que es más identificable en los 80 cuando la crisis requirió una reflexión y actuación estratégica desarrollando la política de clústeres, centros tecnológicos, nuevas empresas tractoras... y que desde entonces ha seguido evolucionando, incorporando y creando nuevos agentes que comparten la visión de la innovación como la herramienta fundamental del desarrollo de la resiliencia y del progreso.
Hoy en día empresas, clústeres, instituciones públicas, universidades, centros tecnológicos y de investigación, centros de FP, colegios, organizaciones empresariales y profesionales, agencias locales, organizaciones financieras o agentes sociales están trabajando de manera interconectada en pro del impulso de la innovación en nuestras organizaciones y empresas. Con ellos la Agencia Vasca de la Innovación, Innobasque, ya está trabajando en proyectos tan críticos para Euskadi como son el desarrollo de vocaciones científicotecnológicas en nuestras chicas y chicos (programas Steam); el incremento del nivel de innovación, tanto tecnológica como no tecnológica, en nuestras pymes; la internacionalización de nuestra I+D aumentando la obtención de proyectos europeos; o la socialización de la innovación para transmitir a la sociedad su importancia en la construcción de una sociedad más próspera e igualitaria.
Y dicho todo lo anterior, no podemos dejar de ver la realidad: nos queda mucho camino por recorrer. Siendo una región catalogada como región de alta innovación en Europa y la de mayor nivel de innovación en el Estado, estamos aún lejos de los líderes. Y es con ellos con los que compiten nuestras empresas, con los que competimos en atracción y retención de talento y con los que competimos en calidad de vida. Es cierto que estamos en el buen camino y que ser conscientes de nuestras debilidades nos hace seguir desarrollando actuaciones para progresar en ese recorrido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión