Tramito final
Furgón de cola ·
El lehendakari se une sin previo aviso a la escuela de pensamiento positivo de Pedro SánchezSospecho que Pedro Sánchez es un gran motivador, el corazón del equipo en el descanso, el amigo que te nota deprimido y organiza un plan ... para sacarte de fiesta. ¿No se percibía esa energía en los famosos tuits imperecederos que el presidente escribió cuando no era presidente, sino un joven profesor y diputado? Ya saben, aquellos mensajes en los que Sánchez invitaba a ser malos, soltaba un «buenos días in the morning», informaba de que estaba con los colegas comiéndose una pizza cojonuda o compartía esta insuperada celebración del festivo: «Hello vecinos, qué buena pinta tiene este domingo!».
Bien, creo que Sánchez ha hablado con Urkullu. O puede que le haya escrito un mensaje, sabedor de que su arma nuclear es el aforismo. «Come on, lehendakari, para arriba con power!», pongamos por caso. Tras recibirlo, claro, Urkullu ha visto de pronto las cosas de otra manera, quizá no el fondo de las cosas, pero sí su superficie, su brillo: la espuma de las cosas. El caso es que ayer en el Parlamento vasco el lehendakari cambió la óptica pandémica y apostó por la ilusión, hablando de una nueva etapa y de una mejora sensible, vislumbrando razones para la esperanza y prometiendo el fin de las lamentaciones. «Ya está», llegó a decir, cuando le sacaron el tema de la prórroga del estado de alarma que hasta ayer parecía creer imprescindible. Y ese «Ya está» sonó tajante como un punto final. «Ahora ya», pudo rematar Urkullu dando una palmada como María Jiménez: «Mi mundo es otro».
Se acabaron por tanto las enormes disonancias cognitivas entre gobiernos. La cosa va bien. Hay que animarse. Esto se acaba. Todo con responsabilidad, claro. Pero los datos sanitarios mejoran y la vacunación avanza. Los gobernantes evalúan el hartazgo, reinterpretan la situación y concluyen que ahora les toca liderar lo bueno. Así que pasan de padres severos a ese abuelo que te suelta un billete clandestino, te guiña un ojo y te dice que ojo, ¿eh?, que formal. Nos van a volver locos, sí, estoy de acuerdo. Pero si la cosa no se tuerce, pronto podremos recuperar otro tuit legendario de Pedro Sánchez, diciembre de 2010, en el que el futuro presidente lo decía bien claro, con tono ayusista y ortotipografía tarumba, o viceversa: «Impresionante Madrid/Gran Vía, todo el mundo en la calle: vida; abajo la crisis!».
15-M
Diez años
Con el instinto que nos distingue a los grandes reporteros, yo a la acampada de mayo en Sol llegué en junio. Y lo primero que vi fue un enorme cartel con lo que me parecieron kilo y medio de anchoas. «Los peces también sienten», proclamaba. El 15-M fue bueno generando parodia. Y leyenda: el 16 de mayo todo era ya «histórico». Pero en las plazas también pasó algo verdadero que, sobre la evidencia de que había mucho que cambiar, despertó una simpatía extensa y transversal. ¿Queda algo de aquello? Solo lo peor: el mito. Y el rédito. Joan Ribó le puso ayer al 15-M un monolito oportunista en la plaza del Ayuntamiento de Valencia y no le acompañaron ni los socialistas. Ciudadanos, aquella otra regeneración, quería que la cosa se la pusieran a la Real Senyera, o sea, a una bandera. Y el PP apostaba por ponérsela a los pirotécnicos de las mascletás. Diez años después, ya se ve, el país sigue incorregible. A los jóvenes que vienen tras la juventud sin futuro les reserva otra crisis. Y un futuro igualmente averiado.
ZALDIBAR
Sin rastro
En febrero, cuando se cumplió un año del derrumbe del vertedero de Zaldibar, la familia de Joaquín Beltrán agradeció el apoyo recibido, pidió que se continuase con la búsqueda de sus restos y quiso recordar a otra familia, la de Joaquín Serantes, el hombre al que en 1996 se le vinieron encima doscientas mil toneladas de basura en el vertedero de Bens, en Coruña, y cuyo cuerpo nunca fue encontrado. «Nosotros no podemos llevar flores a un vertedero», dijeron entonces los familiares de Joaquín Beltrán. Sin embargo, las labores de rastreo no han dado resultado en Zaldibar y ayer, quince meses después, se suspendió la búsqueda del cuerpo del trabajador desaparecido. Es una noticia dolorosa, un colofón terrible para la tragedia, y probablemente también una noticia inevitable. Antes de que se hiciese pública, el lehendakari se la comunicó personalmente a la familia, que en más de una ocasión ha valorado el esfuerzo y la empatía de quienes han trabajado sin descanso a pie de vertedero. El anterior director de Emergencias del Gobierno vasco, Pedro Anitua, se jubiló en marzo reconociendo que se iba con el dolor de no encontrar a Joaquín.
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