Una responsabilidad colectiva
- EDITORIAL - ·
La lucha contra el coronavirus requiere, junto a las medidas extraordinarias aprobadas por el Gobierno, una activa implicación de la ciudadanía para frenar el avance de la epidemiaEl correo
Miércoles, 11 de marzo 2020, 01:24
El Gobierno de Pedro Sánchez dio ayer nuevos pasos en la fase de «contención reforzada» establecida el lunes para combatir el avance del coronavirus. Tras ... la suspensión de clases en la Comunidad de Madrid, Vitoria y Labastida aprobada el lunes, el Consejo de Ministros decidió, en coordinación con los comunidades autónomas, celebrar a puerta cerrada los eventos deportivos que puedan atraer a más de 1.000 personas, suspender los vuelos con Italia y cancelar los viajes del Imserso durante un mes. El carácter extraordinario de estas medidas refleja la gravedad que las autoridades sanitarias atribuyen a la crisis. Con ellas pretenden frenar el ritmo de los contagios, que en España avanzan a mayor velocidad que en otros países de su entorno, de forma que la situación resulte asimilable. El ministro Salvador Illa sostuvo que, aunque los contagios por el Covid-19 aumentarán en los próximos días, hay un horizonte de salida, como lo demuestra la evolución de la epidemia en China, y precisó que la intención del Ejecutivo es evitar las restricciones generalizadas que se ha visto obligada a aplicar Italia. Un propósito que todas las administraciones y el conjunto de las fuerzas parlamentarias comparten sin duda, aunque surjan dudas sobre si el Gobierno se ha ido quedando atrás respecto a los acontecimientos y sobre en qué medida ha de reservar sus planes de acción a la espera de nuevos datos.
Resulta sorprendente que, entre las excepcionales acciones ya puestas en marcha y la expectación ante el plan de choque que adoptará mañana el Consejo de Ministros, estén pasando desapercibidas las necesidades más perentorias que plantea el coronavirus: la cobertura efectiva de su desafío sanitario. A la preocupación que suscita el impacto del patógeno en la población de avanzada edad -la más vulnerable y doblemente afectada al necesitar de antemano de atenciones hacia la cronicidad de sus afecciones que se posponen por la prioridad de una epidemia que amenaza hasta el extremo su salud- se suma el riesgo de que el sistema se sature y acabe por colapsar. Urge habilitar créditos presupuestarios para reforzarlo tanto con la contratación de profesionales como con la provisión de los medios materiales requeridos.
El Consejo Europeo, en sesión extraordinaria y por videoconferencia, se comprometió ayer a utilizar «todas las herramientas necesarias» para superar lo que Pedro Sánchez calificó de «emergencia sanitaria y económica» global, y abrió así la puerta a la flexibilización de la disciplina presupuestaria en cuanto a los límites del déficit. Las medidas de restricción ya adoptadas comportan efectos sobre la economía productiva. Su aplicación días antes de que puedan recibir luz verde las coberturas públicas a la actividad y el empleo genera un vacío desconcertante, aunque se presuma momentáneo.
Tiene razón el presidente del Gobierno al reivindicar una respuesta coordinada conjunta al desafío que supone la expansión del Covid-19. Una respuesta que hasta ahora se ha echado en falta en la UE, donde cada país ha adoptado decisiones por su cuenta. Es de esperar que la cumbre de ayer sirva para corregir ese evidente error. Encauzar la crisis sanitaria exige un esfuerzo pedagógico por parte de las instituciones y una campaña de información que implique a toda la ciudadanía en el estricto cumplimiento de las recomendaciones para combatir la epidemia y genere una responsabilidad colectiva en una tarea que corresponde a todos.
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