Abogado en la sombra
Rodríguez Menéndez, pasó de las cloacas a la telebasura con enorme coherencia higiénica
La muerte de José Emilio Rodríguez Menéndez generó este viernes un pensamiento inmediato: «Deberían comprobarlo bien». Imagino que al difunto le honraría. La fuga, generalmente ... a un país latinoamericano, formó parte del repertorio procesal de un abogado que, como el Tulkinghorn de Dickens, fue durante décadas «la figura negra en el cuarto sombrío». Desde 'El Nani' a los GAL, desde Ibercorp a Roldán, desde el vídeo de Pedro J. a Alcàsser, Rodríguez Menéndez estuvo involucrado en todos los procesos mediáticos de un tiempo que a veces recordamos como preferible con demasiada facilidad.
Además de mediático, fue un abogado solidario: él también cometía delitos mientras te defendía. Este periódico informaba en los ochenta de que ya lo habían inhabilitado dos veces. Rodríguez Menéndez tenía entonces treinta y tantos y su descripción era inmejorable: «letrado del sindicato profesional de Policía, defensor de la secta Ceis y de la 'dulce Neus'». En 1986 José Amedo se negó a testificar frente a él en la Audiencia de Bilbao asegurando que era un «sinvergüenza». Se imagina uno un contador Geiger de inmoralidad volviéndose loco en esa sala. Después llegó el salto, lógico en términos higiénicos, de las cloacas del Estado a la telebasura nacional. 'Crónicas Marcianas', Antonio David, y aquella revista, 'Dígame', que fue nuestro 'National Enquirer'.
¿He dicho ya que igual tendemos a recordar las cosas mejor de lo que fueron? Eso explicaría la tolerancia que en este país se tiene, no ya con el delincuente, sino con el mafioso, siempre que salga en televisión. Cuando unos sicarios lo tirotearon por encargo de su mujer -¿a quién no le ha pasado?-, Rodríguez Menéndez aseguró desde el hospital que iba a cambiar en lo personal porque ahora creía en Dios, pero que en lo profesional no; en eso no iba a cambiar. Y no cambió. Solo hace dos años de su última condena por estafa. «Más grande que la vida», dicen los americanos. «Entre los golfos más grandes de España», diagnosticó aquí mismo Manuel Alcántara. Rodríguez Menéndez también fue una de esas personas que mueren el mismo día del año en el que nacen, aunque ahora parece que no está claro que la fecha de nacimiento fuese por alguna razón en lo que este abogado sí dijo la verdad.
Sortu
Trabajo nacional
Se olvidará en breve, porque no es el amor sino la amnesia lo que está en el aire, pero Sortu despide en público a uno de los etarras responsable de atentados como el de la casa cuartel de Zaragoza agradeciéndole el trabajo por el país. De ese modo, la trayectoria de alguien que tanto daño causó es equiparable, pongamos por caso, a la del padre Barandiarán, que también trabajó mucho el hombre por el país. Aunque para Sortu, en realidad, esta equiparación sería del todo asimétrica e injusta: el padre Barandiarán no fue víctima de una política penitenciaria vengativa. Recordar que Sortu no es Bildu pero Bildu, sin Sortu, no es absolutamente nada sirve para valorar en su justa medida lo del partido democrático y progresista, no ya equiparable a cualquier otro, sino mejor que tantos otros. Pero la evidencia se olvidará, descuiden. Por motivos estrictamente relacionados con la memoria. Como la cursilería suele funcionar como una baliza luminosa en torno a un accidente moral, en Sortu trabajan ahora lo de la tierra y la levedad para despedir a sus héroes. Digámoslo una vez más: las variaciones más bellas de la locución clásica le piden ligereza a la tierra, madre de todos, porque el muerto fue a su vez ligero sobre la tierra.
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