Un mapa político asentado
- Editorial - ·
El 26-M refuerza la hegemonía del PNV, avala sus pactos con el PSE, revalida la mayoría socialista en España y permite al PP maquillar su derrotaEL CORREO
Lunes, 27 de mayo 2019, 01:29
La triple cita electoral de ayer reflejó una apuesta por el continuismo en la mayoría de los ayuntamientos vascos y en las tres diputaciones, extendió ... el cambio político registrado en las generales al poder territorial en España y alumbró un Parlamento Europeo fragmentado como nunca con una inquietante presencia del populismo radical contrario a los principios de la Unión. Las urnas revalidaron el holgado triunfo obtenido en Euskadi por el PNV el 28 de abril, lo que le coloca en disposición de conservar las principales instituciones en disputa en Euskadi, así como el del PSOE en el conjunto de España. El 26-M refuerza a Pedro Sánchez antes del inicio de las negociaciones para la investidura y la formación del nuevo Gobierno con su amplia victoria en los comicios europeos y en la mayoría de las capitales, y su avance en las doce comunidades que renovaban sus cámaras autonómicas, que no se verá traducido en todos los casos en un relevo en el poder. La fragmentación del mapa político hará inevitables los pactos para gobernar, lo que obligará a los partidos a un esfuerzo de consenso en el que deberían primar las necesidades e intereses de los ciudadanos. La alianza PNV-PSE que controla las principales instituciones vascas se ha visto avalada por el electorado. Los jeltzales consolidan su liderazgo en Euskadi, que parece inmune al desgaste que conlleva el ejercicio del poder y a la aparición de nuevos competidores. El PNV ha esgrimido su gestión, sin una oposición fuerte que la discuta, y un discurso alejado esta vez de ensoñaciones rupturistas que dividen a la sociedad para ocupar una extensa centralidad con la que ha atraído a votantes de un amplio espectro. Así, arrasa en Bizkaia y roza la mayoría absoluta en las Juntas Generales y en Bilbao; se afianza como la primera fuerza en Álava, donde rentabiliza la Alcaldía de Vitoria, arrebatada al PP en 2015, para convertir a Gorka Urtaran en el candidato más votado; y gana en Gipuzkoa. El PSE gana terreno y mantiene en buena medida el impulso que recobró en las generales, aunque fracasa en su objetivo de recuperar la Alcaldía de Barakaldo. Mientras, EH Bildu afianza sus posiciones, Podemos retrocede y el PP mantiene una caída en barrena que reduce a la mínima expresión su presencia en Euskadi.
Las sumas de la derecha
Al celebrarse apenas un mes después de las legislativas, las elecciones de ayer tenían un cierto carácter de segunda vuelta del 28-A. Los votantes se vieron sometidos al dilema de reforzar la posición de Sánchez o construir un contrapoder en torno al centro-derecha. La inequívoca derrota del PP se verá maquillada parcialmente con el derrocamiento de Manuela Carmena en Madrid de la mano de Ciudadanos y Vox, a los que también necesitará para mantener esa comunidad y bastiones tradicionales como Castilla y León y Murcia. El mantenimiento de esos feudos y el hecho de haber evitado el 'sorpasso' de Ciudadanos no ocultan su revés ni la dura travesía del desierto a la que se enfrenta. El partido naranja crece, aunque no tanto como para erigirse en la principal alternativa al socialismo; Podemos intentará compensar su declive con las cotas de poder que le brinden sus alianzas con el PSOE, y Vox pierde fuelle. El PP europeo revalida su mayoría en la Eurocámara, en la que los socialdemócratas ceden ante el empuje liberal y de los Verdes, y la ultraderecha euroescéptica o directamente eurófoba gana posiciones merced a su fortaleza en Francia, Italia y Reino Unido.
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