Ministro a la parrilla
El Gobierno vuelve a desautorizar a Alberto Garzón en su versión cárnica
¿Y si lo de Alberto Garzón fuese una confusión? Quizá haya entendido que lo que le corresponde como ministro de Consumo es consumirse, o ... sea, destruirse, extinguirse, delante del país. Visto así, su labor es un éxito. Que un miembro del Gobierno español diga en un importante medio extranjero que España exporta «carne de mala calidad de animales maltratados» es un gran método de autodestrucción. Más si hay elecciones convocadas en una de las comunidades con mayor actividad ganadera.
Cierto que Garzón se refería a la carne de las inquietantes macrogranjas y que asegura haberle dicho al corresponsal un «de peor calidad» que se habría perdido en la traducción. Pero lo asombroso es la insistencia. Mostrando tanto interés por el mundo animal, el ministro no entiende que ocupa el último lugar de la cadena trófica gubernamental. Y que se lo van a zampar porque la política es un juego que tiene que ver con el poder. La última vez que Garzón lo tiró por el sector cárnico, el propio presidente pidió en público que a él le pusiesen un chuletón. Y ayer dos ministras le desautorizaron. Una de ellas aseguró algo asombroso: que su compañero habla a título personal. Eso abre la posibilidad de que 'The Guardian' esté interesado en las opiniones de un señor de Logroño y Garzón sea un ministro al que no se le permite hablar como ministro.
En lo que es ya el cliché final (¡el cliché del cisne!) de la nueva política, Garzón explica su fiasco por los bulos que emiten los poderosos que le persiguen. Imagino que la ministra de Trabajo, o la de Economía, o la de Industria, Comercio y Turismo se le acercarán para que les cuente cómo es eso de tener que vérselas con influyentes poderes económicos. Lo de Garzón se explica en realidad por el conocido desajuste de ir a tope de ideología y flojear en competencia. También por un llamativo desconocimiento del país que uno mismo gobierna. Puesto a defender la ganadería tradicional, el ministro incluso podría haber presumido ante la prensa foránea: «Para extensiva y ecológica, la ganadería de bravo, my friend: más de 500.000 hectáreas entre España y Portugal, un paraíso medioambiental sostenido sobre un animal al que se venera, el toro de lidia o fighting bull, escúchame lo que te digo, inglés: el guardián de la dehesa».
MACRON
El verbo
La política pandémica nos obliga a hacer cosas raras. Por ejemplo, buscar la traducción adecuada del verbo francés 'emmerder'. Algo entre 'fastidiar' y 'joder' que suene coloquial pero no pueda decirlo un representante público. Me gusta 'tocar las pelotas'. Pues Macron ha dicho que quiere tocarles las pelotas a los no vacunados e impedirles que puedan ir al cine o a un bar. La indignación en Francia es máxima. Recuerden que hay elecciones. Y quizá también que Zemmour hace peinetas y Melenchon insulta a sus propios fans. Siendo presidente, Sarkozy también insultó a un anciano que no quiso darle la mano y se puso chulo con un pescador de Bretaña: «Ven aquí y dímelo a la cara». El próximo presidente francés igual lo que hace es ya pegarse con la gente. Lo que los antivacunas hicieron en Francia hace cinco años fue conseguir que el sarampión volviese a ser un problema. Y la vacunación, por cierto, obligatoria.
PARLAMENTO
Vacaciones
El Parlamento vasco paró el 23 de diciembre y retoma la actividad el 1 de febrero. Un año más, a Bildu y a Podemos les parece demasiado. Demagogias aparte, es raro que los políticos tengan más vacaciones que los niños. Pero no parece que el calendario vaya a cambiar. Como siempre en estos casos, se nos recuerda que los parlamentarios no solo trabajan cuando los vemos sentados en sus escaños. Yo entiendo la idea, pero apunto que, cuando los vemos en sus escaños, lo que están haciendo generalmente los parlamentarios es mirar el móvil.
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