La lista de los reyes godos
Soy una náufraga desesperanzada, incapaz de encontrar sustento intelectual en los políticos
Una amiga que sufre un problema en su oído me cuenta que vio el cacareado debate de la élite política de este país en la ... televisión. Lo vio, pero no lo oyó porque tuvo un problema con el wifi al que se conecta su audiófono. Al día siguiente me hizo un acertado resumen. Desde que perdió el oído, y para orientarse con el caprichoso comportamiento de sus semejantes, se dedica a hacer castings de autenticidad observando. Dice que la gestualidad es tan reveladora que nadie puede llegar a esconder del todo cómo es, y qué pretende. Ella trabaja en un laboratorio de cosmética, y suele advertirme que el envase es lo que encarece el producto. Sin ir más lejos, me informó que para saber lo que ya sabíamos: que eran incapaces de gobernar, y que nos habíamos equivocado en las anteriores votaciones, se habían gastado cerca de 700.000 euros, incluyendo la contratación de árbitros dedicados a controlar el minutaje, a cargo, naturalmente, del contribuyente. Al parecer, Radio Televisión Española ofreció sus instalaciones y profesionales, es decir, las que todos pagamos, con el fin de abaratar los costes, pero no llegaron a un acuerdo. Ni tan siquiera enarqué las cejas.
Una especie de sutil derrota se extendía sobre mi consciencia asumiendo cualquier cosa que pudiera proceder de esta inclasificable clase política que no sé de dónde saca para tanto como destaca. O mejor, si lo sé, y esa es la cuestión. Soy, y siento serlo, una náufraga desesperanzada, incapaz de encontrar sustento intelectual en los políticos que tras la matraca retransmitida bajaron las escaleras como si fueran de recibir un 'honoris causa'. Bendito sea su ego. Lo que ha arrasado la poca fe que me quedaba mi amiga no lo había podido escuchar. Fue al final, cuando la moderadora recordaba el tiempo que quedaba a cada uno de los candidatos. Cada uno, desde su púlpito de diseño, empezó a recitar a toda velocidad la lista programática de los propósitos que iban a llevar a cabo si les otorgábamos el voto. La cámara iba de uno a otro… Miradas bajas, tensión, y asombro, y ellos, como beatas entregadas a la militancia religiosa, largaban su interpretación de los sueños de los españoles como si se tratara de la carta a los Reyes Magos; Ministerio de la España vacía, incrementación de la cobertura sanitaria, ley de familias, ley antiokupas con k, exigencia de devolución del dinero entregado a los bancos, y desde luego Cataluña y Franco. Eso que no falte. Se nombró a Stalin, Dios le guarde en su gloria, a las SS, y se acuñaron términos como dictadura progre, o derecha cobarde, pero nadie dijo nada, porque quizás, si se distraían, la lista de los reyes godos se les iba a tomar vientos. Está feo insultar, pero mi amiga dice que nos llamaron idiotas. No lo sé. Yo no he aprendido a leer los labios, solo entre líneas y el asombro me nubla la vista.
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