Los combustibles fósiles se han convertido de nuevo en el mayor foco de discordia en una cumbre climática. Ocurrió en las dos últimas citas en ... Dubái y Azerbayán, países con fuertes intereses en la industria petrolera. Pero pocos imaginaban que condicionarían un acuerdo, aunque fuera de mínimos, en la COP que concluyó ayer en plena Amazonía, en la ciudad de Belém, en el Brasil gobernado por Lula da Silva. El peso del petróleo, el carbón y el gas en el actual sistema energético mundial sigue lastrando la firma de un amplio pacto entre los países, traumáticamente divididos entre los favorables a una transición «justa, ordenada y equitativa» hacia las renovables, encabezados por Europa con el apoyo expreso de España, y los reacios al cambio. Estos últimos están liderados por los estados más contaminantes y menos comprometidos con el cónclave al haber enviado a delegaciones de perfil bajo o, incluso, al abanderar posiciones negacionistas como Trump. Ni siquiera se ha incluido en la hoja de ruta la necesaria sustitución de los derivados del petróleo por las energías limpias. Ese fracaso incendia la cumbre y compromete otra vez la lucha contra el cambio climático.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión