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Elon Musk, a la salida de las oficinas de Tesla en Washington. Reuters

Un año cuesta arriba

2025 podría ser aún más trabajoso para la democracia cuando Elon Musk, consejero fáctico de la Casa Blanca, avala a los ultras alemanes

Martes, 31 de diciembre 2024, 00:02

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El año que termina ha confirmado que el mundo que padeció dos recesiones consecutivas a partir de 2008, y conoció la crisis sanitaria y económica ... generada por la Covid-19, se adentró con la guerra contra Ucrania desatada por la autocracia de Vladímir Putin en un nuevo período de incertidumbre que no solo produce conflictos regionales de alcance global -como en Oriente Próximo- sino que amenaza las democracias. No hace falta incurrir en el catastrofismo para percatarse de ello. Los desafíos que se han ido acumulando a lo largo de 2024 emplazan a la Humanidad entera, y especialmente a las sociedades que vivimos en libertad y de manera próspera, a reaccionar con decisión y acierto al gran reto de 2025: impedir que la sinrazón siga apoderándose de más espacio en las relaciones internacionales y en la convivencia en que se fundamenta cada país, incluido el nuestro. No es un empeño utópico, pero es imprescindible hacer guardia permanentemente por la sensatez. El ejercicio se cierra con episodios como el derribo de un avión de Azerbaiyán que Putin califica de «trágico incidente». O el anuncio por parte de Ahmed al Shara de que, tras derrocar el régimen de Bashar al Assad, las elecciones tendrán lugar probablemente dentro de cuatro años en Siria.

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