Comprar una casa suele asociarse -salvo que sea para especular- con el comienzo de una nueva vida. Por eso, los agentes inmobiliarios muestran las viviendas ... con una energía muy concreta que apunta siempre al futuro. Sin embargo, cuando enseñan pisos de segunda mano, que conservan los muebles de los anteriores moradores, siento a menudo un abatimiento severo. Me fijo en las camas sin colchón cubiertas por colchas de raso, reparo en aquellos muebles de madera oscura que antes estaban en todos los salones, observo las bañeras de colores. Todo ha sido cuidado con esmero. No es difícil imaginar en esos pisos a familias, bregando con el día a día, ni imaginar después la marcha de los hijos, el envejecimiento de los padres. Quiero pensar, cuando miro esos anuncios, que los propietarios tal vez se hayan mudado a una casa más cómoda o regresado al pueblo; pero percibo en las imágenes un silencio hondo y denso que no remite al comienzo de nada, sino al final de todo.
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