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Me acuerdo -será porque no hace tanto- de que en Barcelona, Málaga y, particularmente, en Madrid podíamos alojarnos a un precio moderado en algún hotel ... medio céntrico de dos o tres estrellas. Como en las ciudades yo me paso el día fuera, aquellas habitaciones espartanas me resultaban más que suficientes. Ahora no es que los hoteles de esa categoría hayan desparecido, lo que han desaparecido son los precios asequibles: todo es carísimo. Para mí además de prohitivas, esas tarifas son un trastorno porque considero que hay una cantidad de dinero a partir de la cual dormirse nada más llegar a la habitación ya es mal negocio. Si una paga tanto, parece que tiene que estar disfrutando de ese hospedaje que le ha costado un ojo de la cara. Así que por varias razones, echo en falta aquellos hoteles cuyas habitaciones podía pagar sin tanto dolor de corazón. Sabíamos que el lujo quedaba para otros, pero no nos sentíamos expulsados de las ciudades a golpe de tarifa de alojamiento sin desayuno.
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