Pues sí, Volodimir Zelenski está rodeado de corrupción, pero se mantiene firme en su puesto. Lo hace por el bien del país. Si él se ... fuera, las cosas serían mucho peores, debe de pensar. Tiene que resistir. En este mes de noviembre, además del ministro de Justicia, ha tenido que dimitir el de Energía por el último y más sonado caso de corrupción en Ucrania. Es especialmente sangrante que la corrupción florezca en un país en guerra, pero la guerra es un escenario propicio como lo son también las epidemias y otras situaciones en las que se necesitan urgentemente ciertos bienes escasos (digamos, por decir algo, mascarillas). El ministro de Energía de Ucrania, Timur Mindich, es o era amigo personal de Zelenski, como Santos Cerdán era amigo de Pedro Sánchez antes, antes de la cosa, de la cosa esta multiforme que se desenvuelve poco a poco ante nuestra atención a partir de informes de la UCO y muchas, muchas grabaciones.
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Ya en 2022, en Ucrania, se produjeron las primeras denuncias por sobrecostes y opacidades en contratos de armamento, y también por movimientos peculiares en la ayuda humanitaria. El problema es mayor porque la corrupción es estructural, es la herencia de un régimen que produjo oligarquías corruptas como sucesoras naturales de la élite funcionarial soviética. Y la corrupción que florece tras la invasión rusa no viene solo de los sinvergüenzas ocasionales que hacen su agosto, sino que eclosiona desde un sistema profundamente ligado a esa cultura del 3% o del 2% o de lo que se pueda pedir, que puede ser más si la necesidad es más acuciante. Es una cultura del soborno, donde este engrasa la maquinaria de los servicios públicos. Y engrasa los negocios, y en los negocios los sobornos se llaman comisiones.
Las comisiones pueden ser una profesión, un derecho adquirido, una costumbre y una cultura, y la «colaboración» entre lo público y lo privado adquiere entonces formas clandestinas e innobles. Pueden, las comisiones, estar enraizadas en países donde el soborno no esté generalizado en otros ámbitos. Las tramas, las historias dan a la Historia tipos característicos como Roldán, Granados, Ábalos, Koldo o Santos Cerdán, pero, por debajo de la farsa y los escándalos, hay una estructura que permanece y que funciona con los unos y con los otros, con unos o con otros. Santos Cerdán se ha vanagloriado siempre de ser un «socialista de cuna». Me parece a mí que su partido necesita promocionar a menos socialistas de cuna y a más socialistas de ideas y de convicción. Hace unos meses Zelenski intentó tomar medidas contra los escándalos que le asedian: quiso promulgar una ley para reducir la independencia de la Oficina Nacional Anticorrupción y de la Fiscalía Especializada Anticorrupción. Curioso remedio.
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