Multitud
Es un animal numeroso fácil de conducir, emocionar, manipular y contentar
Un amigo mío, bebedor de fuste, analizaba la sociedad a través de los bares. Para él había dos tipos de personas: las que prefieren los ... bares atiborrados de gente apretujada y las que solo se encuentran a gusto en los que están semivacíos. Él no pisaba los bares; bebía en casa y a solas. 'The Crowd', la multitud, se titulaba una obra maestra del cine mudo dirigida en 1928 por el gran King Vidor (fue retitulada en España 'Y el mundo marcha'). En una secuencia, el protagonista se burla de un hombre anuncio, ridículamente disfrazado, que está como un náufrago en medio de la calle, rodeado por la multitud como si fuera una piedra que emerge en medio del río. Al final, por diversas caídas, él termina en el papel de ese hombre anuncio, en plena Quinta Avenida de Nueva York, mientras la multitud indiferente pasa a su lado.
En un viejo cuento intenté explicar que un personaje era el colmo de lo anodino diciendo de él que reunía las rutinas de la multitud. Me equivocaba. La multitud tiene otras características o no serían las más destacables su tono gris y la abulia, a no ser que tomemos esta última en el sentido de fácil dirección, de pastoreo de rebaño.
La multitud da miedo. Como buen amante de la literatura fantástica, me seduce la idea de que la multitud, al reunirse, al formarse, despoja de su conciencia y pensamiento individual a cada uno de sus miembros y se apodera de los mismos, sustituyéndolos por su primaria y esencial personalidad colectiva.
La multitud es un animal numeroso fácil de conducir, emocionar, manipular y contentar. No hay más que ver las impetuosas descargas emocionales que se dan en espectáculos de masas como el fútbol. El visionario de los medios de comunicación Marshall MacLuhan -«el medio es el mensaje»- decía que de haber existido la televisión cuando la escalada de Hitler, este nunca habría llegado al poder por las urnas. La razón que daba es que no hubiera resistido el primer plano; la gente se habría dado cuenta de que era un psicópata histérico. Su gesticulación, gritos y aspavientos funcionaban en plano muy general, magnetizaban a la distante multitud.
Pero, por otro lado, también la multitud se desmanda y descontrola con facilidad. Cede al pánico y se aplasta a sí misma, o se llena de ira y se convierte en una horda destructiva, una marabunta con afán de linchamiento carente de piedad y de una mínima capacidad de reflexión. Decía Peter Ustinov en el papel de Nerón, en 'Quo vadis?', mientras blandía una afilada daga, que le «encantaría que la plebe tuviera una sola garganta». Y eso que no había conocido a la multitud navideña.
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