Mujeres en el frente
Una francotiradora dice que recordar asusta, pero que no hacerlo es aún más terrible
Recomendable película 'Lee Miller' (Ellen Kuras, 2023), biopic sobre la valerosa fotógrafa de guerra a la que interpreta con maestría Kate Winslet. Quizá su foto ... más famosa sea la de ella dentro de la bañera del apartamento de Hitler en Múnich. El ejército británico no admitía mujeres en el frente y Lee lo resolvió yendo con los norteamericanos. Este importante detalle me llevó a releer partes de 'La guerra no tiene rostro de mujer' (1985), de la ucraniana Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de Literatura. Es un libro de entrevistas y testimonios de mujeres que lucharon en el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Alexiévich aporta su mirada, su impresión de esas mujeres y se conmueve con ellas y sus recuerdos.
Svetlana distingue que esos encuentros son en realidad entre tres mujeres: la anciana que le habla desde el presente, la joven de la guerra y ella, la periodista. Añade que cuanto más sencilla es la persona que le habla, más poderosa es la fuerza de lo narrado, de lo vivido, que no pasa por tamices ideológicos. Y que ese rostro de la guerra es distinto desde la percepción femenina; se fija en valiosos matices que el soldado masculino pasa por alto. Y la salvaguarda de la femineidad para no sentirse tan mal. Una comandante cirujana encuentra una tienda abierta mientras el fuego artillero se acerca y compra un perfume y unos zapatos de tacón antes de ponerse a operar a destajo.
Las mujeres que entrevista son en su mayoría combatientes: conductoras de tanques, pilotos de caza, francotiradoras, partisanas, artilleras o soldados de choque. También enfermeras y auxiliares sanitarias, que no eran ayudantes, sino valientes mujeres que sacaban a los heridos de un tanque en llamas o los arrastraban hasta la trinchera bajo el fuego enemigo. Una de ellas dice que la felicidad era simplemente encontrar entre el montón de muertos a alguien todavía con vida. A veces las utilizaban de señuelo con humo para distraer el fuego hacia ellas.
Llama la atención la mezcla de inconsciencia y heroísmo de aquellas jóvenes a las que el uniforme les quedaba grande. Su deseo de ir al frente del modo que fuera para pegar tiros y atajar la barbarie que invadía su país. Una soldado refiere que con 19 años le dieron la medalla al valor; una bala le atravesó los pulmones y otra la dejó paralítica. Se le quedó el pelo blanco. Ve a su nieta de la misma edad y no puede creer que siendo una cría como ella viviera todo aquello. Para otras, recordar es una liberación, pero también es insoportable. Una francotiradora le dice que recordar asusta, pero que no recordar es aún más terrible.
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