El día de los enamorados
Que se celebren las elecciones en Cataluña el día de los enamorados sería una paradoja estimulante para caer en la tentación del humor si lo ... que estuviéramos viviendo no fuera un drama sin ética. Pedro Sánchez, que apenas se deja ver, reaparece con actitud senatorial para despedir emocionado al centurión que estuvo al frente del Ministerio de Sanidad y recibir a Miquel Iceta para que lleve el de Política Territorial, para el que, visto lo visto, está sólidamente preparado. Algunos, entre los que me encuentro, no vimos la consistencia de nuestro atlético presidente con respecto a esa resistencia de la que nos advirtió. Ignoro si el ajedrez, o los juegos de estrategia forman parte de sus aficiones, pero la manera de colocar las fichas sobre el tablero de nuestro territorio es magistral. Enrocado en que las comunidades tenían cuanto necesitaban para controlar la extensión de la pandemia, se retiró a sus aposentos sin escuchar las peticiones de los presidentes autonómicos, pero levantando el pie para que los catalanes pudieran saltarse el cierre perimetral para escuchar a los candidatos.
Sabe bailar un vals con el lehendakari Urkullu al mismo tiempo que toma el té con Bildu, maneja el riesgo de la pasión que encierra un bolero con ERC, mientras Illa asegura que no pactará con ellos, y comparte la planta principal de la casa con Unidas Podemos, donde en el bajo buscan la luz PP y Ciudadanos, que cuidan su espacio pues en el sótano ya no tienen sitio los numerosos y próximos votantes de Vox. Pero esto no es la calle del Percebe, es la coreografía del poder extendiendo sus alas en medio de un desolador azote viral.
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