Francia, mejor dicho, los franceses, cuando sacan los estandartes del amor 'cortés', no tenemos nada que hacer. Su Lancelot y Ginebra versión contemporánea, es decir, ... Brigitte y Emmanuel Macron, representan el ideal de una pareja desigual, 25 años de diferencia entre ambos y las dudas que se cernieron sobre una relación entre la profesora de teatro y su alumno adolescente, a los que el tiempo unió y que contra viento y marea siguen dándose la mano. Es verdad que las imágenes de la manita de ella tapándole la boca antes de salir del avión presidencial, y que dieron la vuelta al mundo, han hecho bajar la admiración y subir la sospecha, pero en el país vecino las parejas presidenciales siempre han dado mucho que hablar.
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Ahora, el matrimonio ha presentado una demanda contra la 'influencer' derechista estadounidense Candace Owens por difamación. Y no me extraña, porque con lo que lleva la pareja a su espalda, que salga ahora una vidente invitada en el programa de la 'influencer' de marras a decir que Brigitte es hombre les ha tocado las narices, después de tres años de marear la perdiz en las redes sociales.
Candace ya había sostenido, tiempo atrás, que el presidente y su dama eran parientes por línea sanguínea, pero esta mujer con más de dos millones de seguidores continuó apostando por el matrimonio, sosteniendo además que Macron es producto de un experimento de la CIA o de «un programa gubernamental de control mental». Francamente, es difícil, apuntar más alto.
Dicen las malas lenguas que Brigitte es una Pigmalión, y que su marido está en política porque está ella apuntándole el camino y las maneras. Él iba para literato y Brigitte está segura de que cuando abandone el Elíseo, su churri se dedicará a escribir. Pero yendo a lo que nos ocupa, resulta que ella ha perdido un juicio recientemente en Francia por este mismo hecho y ahora es su marido quien encabeza la demanda en Estados Unidos. Allí, tienen una relación con 'la verdad' tipo espíritu santo, y el matrimonio tendrá que demostrar no solo que se ha profanado la verdad, sino que se ha hecho con malas intenciones.
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Los bulos tocan las narices, hacen daño, se enredan en las vidas como una planta venenosa y por eso es bueno sacarles los colores, pero con lo que han pasado estos dos, y lo que aún les queda, yo me mantendría al margen y seguiría con la alta costura, los tacones y la maravillosa estética que tiene la primera dama, y no bajaría al barro a pelearme con una 'influencer', aunque me dijera que tengo una cresta de gallo en la cabeza.
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