El reconocido modelo DISC se usa para catalogar a las personas. Simplifica la personalidad humana en cuatro colores. Los rojos son dominantes, activos. Los amarillos, ... entusiastas y sociables. Los azules, metódicos y calculadores. Los verdes, pacientes y volubles. El modelo es reduccionista, sí, pero sirve como punto de partida para desarrollar empatías.
Publicidad
Rechazo catalogar a las personas. Etiquetarlas. Es un prejuicio y no me gustan los prejuicios. Pero es verdad que este sistema (que replica al de Hipócrates: colérico, sanguíneo, flemático y melancólico, y que viene bien contado en el libro 'Rodeado de idiotas' de Erikson) tiene el valor de recordarnos algo esencial: que las personas somos distintas y que muchos de los malentendidos o agravios de cada día pueden deberse sencillamente a un estilo comunicativo distinto y, por tanto, no deberían ofendernos. Me sirve para adecuar las expectativas sobre los demás y sobre mí mismo. Y aumentar la comprensión. Porque la caridad, hoy en día, está no tanto en dar como en comprender. En no sentirse ofendido por todo. Y en entender por qué quizá, con nuestro carácter (o color) marcado, hemos podido molestar a alguien, aunque fuera sin intención. Y pedir perdón y perdonar. Pedirlo es lo que más nos humaniza y aceptarlo es lo que más nos diviniza. Quien no acepta el perdón, de hecho, suele ser quien no suele pedirlo.
La vida es más dejarse llevar y menos ofenderse. No hablo de dejarse llevar y caer en la indulgencia del 'soy así' y ya está. Hablo de conocerse mejor a sí mismo y a los demás para mejorar desde ahí, para avanzar. Al final, no siempre se puede fluir, porque nunca hay buen viento para quien no sabe a dónde va.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión