Cagapañales

No soy amigo de lo políticamente correcto. De hecho, los políticamente correctos suelen dejarme indiferente y nada rechazo más que la indiferencia. Sé o no seas, pero no nades y guardes la ropa. Y ahora lo políticamente correcto es acusar a todos de todo (o a sus mujeres, parejas, a sus primos segundos o a un vecino que tuvieron 'y del que usted tenía que haber sabido que pagaba en B al albañil…'). Eso tiene una parte de abulia y más de pose que de otra cosa. Pero tiene otra parte buena: que los que han hecho de verdad cosas reprobables acaban cayendo. Y eso es muy bueno.

Es cierto que este fulano, el Rubiales, (que tiene narices llamarse así y estar calvo, pero debe de ser que se pensaba que no tenía un pelo de tonto) ha de caer. Y eso que creo que lo menos malo que hizo fue dar el beso (sin consentimiento) a Jenni. Que fue claramente una agresión, porque abusó de una posición de dominio. Pero me deja tranquilo saber que alguien tan fuerte y con arrestos como Jenni le habría partido la cara de haber seguido propasándose. Eso sin quitar gravedad al asunto y sin desmerecer lo que esa mujer ha tenido que sufrir. A lo que voy es que el cagapañales tiene temas aún más graves por los que ha de caer y que están en momento de ser demostrados (mordidas, fiestas inmorales, lujos…). Así que al César lo que es del César (a quien precisamente se atribuye la frase de que «la mujer del César no solo ha de ser honesta, sino sobre todo parecerlo»). La única parte buena de nuestra hipocresía de lo socialmente correcto es que estamos limpiando el país de maleantes que nunca, nunca, nunca deberían habernos representado.