Memoria Histórica ampliará el centro de interpretación y recordará a presos mirandeses
Junto a la Fundación Cantera, homenajeará a cinco mirandeses víctimas del nazismo a través de un programa europeo
Cada vez son más los documentos sobre el campo de concentración que atesora el área de Memoria Histórica, escritos y papeles que, una vez digitalizados, ... se acumulan en cajas sin que puedan ser puestos a disposición del público por falta de espacio en el que emplazarlos. Una situación que la Concejalía del área se ha propuesto solucionar, en parte, ampliando el centro de interpretación que ocupa parte del sótano del Raimundo Porres y que, en breve, pasará a utilizar toda la superficie de ese nivel, unos 600 metros.
Una zona de expansión de espacio expositivo en el que se pretenden colocar mesas y estanterías que sirvan para mostrar físicamente parte de los documentos que se han ido recopilando en los últimos años, además de algunas piezas que han cedido familias que, de algún modo, estuvieron vinculadas a ese punto de retención.
Desde platos y cubiertos, a una caja de madera de un reloj hecha por los presos o una cazadora de un americano que estuvo en el campo y que se la regaló a un médico que le atendió y evitó que perdiera un ojo, según les ha contado el mirandés Luis Tricio, que es quien la va a aportar a una colección que poco a poco va ampliando los fondos. «Hay que tener en cuenta que sólo del archivo de Nueva York tenemos documentos relativos a más de 200 presos que pasaron por la instalación de reclusión de Miranda», apuntó la concejala del área, Begoña González.
Constatación de una realidad que es lo que ha llevado a los responsables de Memoria Histórica a tratar de ganar espacio para la exposición incorporando una sala que se venía utilizando para talleres y actividades plásticas y con la que se puede contar sin necesidad de tener que hacer obras. Algo que simplifica y económica un proceso que les gustaría empezar este mismo verano para que estuviera listo para recibir visitas «a partir de octubre o noviembre».
De manera paralela, González está pendiente de sendos informes de técnicos y jurídicos municipales para abordar, junto con la empresa propietaria de los terrenos, la posibilidad de modificar el acceso principal a los restos del campo de concentración, para que se haga por la parte trasera de la industria, la más próxima al río Bayas, de cara a tratar de agilizar la reparación del depósito de agua, la instalación de los barracones y la reproducción de los antiguos jardines que tenían las casas de los oficiales.
Es una alternativa sobre la que la concejala espera que se pueda tomar una decisión este mismo mes para poner en marcha un proyecto cuyo arranque se está demorando más de lo previsto por dificultades técnicas a las que se quiere buscar una solución. Y, a priori, esta podría pasar por variar el punto de acceso, lo que evitaría tener que realizar alguna obra en el marco de un proyecto que va ligado a fondos del Ministerio de la Presidencia; que se tenían que justificar ya en octubre de este año, pero para lo que ya se ha solicitado una prórroga de un año, conscientes de que no se iba a llegar al plazo marcado y que cabía la posibilidad de ampliarlo.
Un adoquín como recuerdo
Mucho antes, casi de manera inminente, confía Memoria Histórica en poder rendir un homenaje a los cinco mirandeses que estuvieron presos en campos nazis. Un reconocimiento que llegará en forma de adoquín, con su nombre y sus datos grabados, que se quieren colocar en el parque Emiliano Bajo, junto a otros elementos relacionados con el franquismo.
En este caso, se trata de un proyecto impulsado por la Fundación Cantera, tras una investigación realizada por la responsable de su patronato, Laura Preciado, que tras constatar la presencia en esos campos de cinco mirandeses y recopilar parte de su historia vital con documentos y testimonios, contactó con el proyecto Stolpersteine (traducido como piedra en el camino).
Stolpersteine
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Proyecto. Es obra del artista alemán Gunter Demnig.
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Homenaje. Se trata de un pequeño bloque de cemento con una cara cubierta por una fina lámina de latón donde se han grabado a mano los datos de la víctima.
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Objetivo. Homenajear a cualquier víctima (mortal o no) del nazismo entre 1933 y 1945, incluidos los deportados españoles.
Una iniciativa del artista alemán Gunter Demnig que comenzó en Colonia y que se ha ido extendiendo a toda Europa, llegando incluso a Argentina, que centra en brindar un reconocimiento público a quienes fueron presos del nazismo, colocando una adoquín de metal dorado y con sus datos junto a la casa en la que vivieron.
Si bien, en el caso de Miranda, la organización ha autorizado a que se coloquen todos juntos -ya que son sólo cinco- en un lugar relacionado con la preservación de la memoria histórica. Y, en este caso, previsiblemente, será en el Emiliano Bajo donde se instalen en unas semanas los adoquines en recuerdo de los mirandeses que estuvieron presos en distintos campos.
Uno de ellos fue José Calmarza, profesor, nacido en Miranda en marzo de 1897 y que paso por el stalag V-D de la localidad francesa de Estrasburgo, desde donde en diciembre de 1940 fue deportado al campo alemán de Mauthausen, del que salió en mayo de 1945.
En el mismo recinto estuvo y, en este caso, falleció, Arsenio Vidania Larreategui, que previamente fue un preso en el stalag XI-B Fallingbostel. Nacido en 1909 en Miranda, aquí trabajó como mecánico.
De Buchenwald fue liberado José Viñegra, maquinista de profesión, que llegó a ese centro alemán desde Toulouse a mediados de 1944. Por ese centro alemán también pasó Valeriano Sanz, a donde le deportaron en enero de 1944 desde la localidad francesa de Compiègne y que, una vez liberado, vivió en Francia con su familia. El mismo recorrido y en las mismas fechas compartió Rogelio Sanz, primo o hermano del anterior, y nacido en 1909.
Los datos de los presos fueron trasladados en enero a los responsables del proyecto Stolpersteine, junto con una carta «explicando la sensibilidad de la Fundación Cantera y de nuestra ciudad por estos temas, que cuenta además con una Concejalía de Memoria Histórica y la existencia del campo de concentración y su centro de interpretación», recordó Preciado.
Y es que lo que se buscaba, además de crear los adoquines personalizados para los presos mirandeses, es que el propio impulsor del proyecto, incluyera a Miranda en el viaje anual de una semana que realiza a España en verano para acudir a distintos puntos en los que se va a rendir el homenaje con la colocación de esos elementos de recuerdo. Pero finalmente no podrá ser y la ciudad no entrará en su ruta.
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