«Me llamo Prosper y he repartido prosperidad»
El tercero cae en Vitoria con nombre y apellido. Un camerunés reparte medio millón de euros en su taller de móviles
Jorge Barbó y Judith Romero
Domingo, 22 de diciembre 2019
Cambia a destajo pantallas hechas añicos, consigue resucitar móviles que han acabado ahogados en el fondo del retrete y siempre, siempre, tiene una solución para ... ese cliente atribulado, que llega a su taller de la calle Florida frustrado por ser incapaz de instalar la última versión del WhatsApp. Dicen que él obra milagros con los teléfonos averiados. Este domingo, además, le ha reparado la fortuna a Vitoria, tan acostumbrada ella a que la suerte le haga la peineta en cada sorteo de la Lotería de Navidad. «Me llamo Prosper y hoy he repartido prosperidad», bromeaba con una de esas sonrisas enormes, sinceras, en la puerta de su tiendita destartalada, donde se acumulan terminales descacharrados y ordenadores con los circuitos abiertos en canal. Prosper Tchanko, de origen camerunés, ha repartido 500.000 de los 650.000 euros que ha dejado el tercer premio en la capital vasca. Sí, a él el nombre le viene que ni pintado.
El 00750. Uno de esos números raros con avaricia, de esos más feos que picio. Pero a él le gustó tanto que se llevó una serie entera para vender entre sus clientes, pero también amigos, la mayoría de la pequeña comunidad camerunesa de Vitoria. Se lo compró a Juan Carlos de Quintana, el lotero que regenta la administración con más solera de la ciudad, la número 1, en el pasaje de Postas de la capital alavesa.
«No he visto el sorteo por televisión, pero cuando me he despertado con tantas llamadas perdidas en el móvil lo he sabido: por fin nos ha tocado», contaba el agraciado, que se acercó hasta la administración de lotería que le despachó los diez números por terminal. A su amigo lotero, este premio le ha hecho especial ilusión. Juan Carlos es la cuarta generación y lleva quince años al frente de un despacho que fundó su bisabuela Pilar en 1918.
«Un alegrón»
«Es el primer premio que doy en Navidad en todo este tiempo ¡y mira que llevamos años!», aseguraba de Quintana, visiblemente emocionado, mientras revisaba los albaranes con todos los números que ha vendido para el sorteo más especial del año. No había dudas: los diez décimos agraciados fueron los que compró su amigo Prosper. «Que se los llevara él me ha hecho muchísima ilusión, me he llevado un alegrón tremendo», evidenciaba mientras su amigo regaba al personal con una lluvia de cava barato. Hay clichés que convenía respetar en un día como el de ayer.
«Me gusta comprarle a Juan Carlos números raros», reconocía el camerunés en su tiendita, donde ya cuelgan tras el mostrador décimos para el sorteo de El Niño con cifras tan, pero que tan, chipiritifláuticas como el 00002 o el 00003, acompañados por una lustrosa herradura. «Esta vez me ha dado suerte», resolvía al tiempo que, con picardía, ni confirmaba ni desmentía haberse quedado con, al menos, uno de los boletos premiados. Algo menos discreta, su exmujer, Linda (hay qué nombres tan bien puestos los de estos dos), sacaba de dudas al periodista. «Estoy muy feliz por él. Con lo que ha ganado, en Camerún nos podemos comprar hasta dos casas».
La misma alegría, quizás algo más modesta, se respiraba en la administración del número 20 de la calle Prado. Allí Charo Oraá celebraba haber vendido un décimo. «Lo vendí por terminal y su pongo que sería a alguien que iba buscándolo porque, la verdad, es que es un número bastante extraño», reconocía la mujer, muy emocionada. «Solemos repartir premios, pero este sorteo de Navidad siempre es muy especial. El más alto que había dado hasta ahora fue un cuarto en 2015», destacaba, mientras el despacho de lotería se le llenaba de curiosos. Tanto la oficina de Portal de Arriaga número 12 como el estanco La Casa del Puro, en la calle Florida, repartieron otros dos décimos de este 00750 que ha demostrado que, a veces, un feo puede resultar muy, pero que muy agraciado.
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