Los más fieles iluminan La Blanca
Miles de vitorianos arropan a la Cofradía en el brillante recorrido por las calles del centro de la ciudad
La locura del chupinazo dio paso a uno de los actos más solemnes de La Blanca: la procesión del Rosario de los Faroles. Cuatro horas ... después de la bajada de Celedón desde la torre de San Miguel, la plaza de la Virgen Blanca se engalanó con 284 faroles y carrozas que dejaron su museo, en el número 35 de la calle Zapatería, para iluminar la primera noche de las fiestas. Una comitivacon más de 300 devotos llenó de luz las calles Prado, Becerro de Bengoa, San Antonio, Manuel Iradier, Dato, General Álava, Becerro de Bengoa, San Antonio, Dato, Postas y de vuelta a su 'casa' desde 2000. Al frente, una veintena de jóvenes abrían cirio en mano el cortejo y detrás el lento pasear de los misterios. Primero, los cuatro misterios gozosos, seguidos por los dolorosos, los gloriosos, los luminosos y por último, las letanías.
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Una tradición que este año estaba de aniversario redondo, pues hace 130 años que llegó a la capital alavesa. Se importó de Zaragoza por el catedrático de Historia Natural Manuel Díaz de Arcaya y desde su primer rayo de claridad, en 1895, sobrecogió a los vitorianos. Un efecto que aún mantiene, como se volvió a comprobar en el recorrido por el centro de la ciudad de esas luminarias de vidrio y metal que aúnan arte y tradición.
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La música de los bares del centro y el alborozo de la gente ajena a la ceremonia hace imposible respetar ese silencio que antaño acompañaba el rezo del Santo Rosario. Pero a medida que la procesión enfilaba San Antonio, el mutismo se apoderaba del acto dándole mayor emoción y sólo se rompió con aplausos a la Virgen. Raquel García tenía sitio reservado en primera fila desde las nueve de la noche. «Mi madre era una habitual a estos actos. Falleció hace cinco años y vengo en su memoria», afirmaba.
En Mateo Moraza, antes de que arrancase la cita, la nueva abadesa de la Cofradía de la Virgen Blanca, Blanca Aguillo, recordaba que hubo una época en que había más faroles que portadores y ahora sucede justo lo contrario. Ella, que accedió al cargo hace apenas unas semanas, explicaba que existe un 'hueco' de edad entre los participantes porque los adolescentes son demasiado mayores para portar un cirio y aún no tienen fuerza suficiente para llevar un farol. «Algo vamos a hacer a este respecto. Hay que conseguir que se involucren en nuestras tradiciones», anunciaba. Para ella era una fecha especial y quiso recordar a su antecesor en el cargo, Ricardo Sáez de Heredia, y también a la fallecida Cristina Fructuoso.
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El bullicio del centro contrastaba con el silencio de San Antonio, donde hubo aplausos a la Virgen
Muy cerca de allí estaba Zuriñe Salamanca, que se desplaza en silla de ruedas por su discapacidad. «Llevo ocho o nueve años participando y creo que es importante para que otros me vean como ejemplo, y no se queden en su casa», indicaba. Ikram Fraija observaba el desfile de los faroles pegada a su móvil. «Soy marroquí y es la primera vez que veo esta tradición. Me gusta mucho y voy a mandar el vídeo a mi familia. Vitoria es mi primera casa», alababa esta joven que se había acercado junto a su madre.
La actividad de la Cofradía continúa hoy. Los más madrugadores podrán sumarse al Rosario de la Aurora (a las 7.00 horas) y, posteriormente de la misa en la iglesia de San Miguel, presidida por el obispo Juan Carlos Elizalde.
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