El restaurante de la Rioja para comer sencillamente lo mejor
Un santuario para viajeros por Rioja. Con billete, ¿hay algo mejor que huevos fritos con ibérico y burbuja fina y fría?
Si me das a elegir... cantaban Los Chunguitos. De verdad, si le dan a elegir ¿no se pediría unos huevos fritos con puntillas y jamón para untarlos con pan blanco de Parra (uno de los mejores de España, prueben si pueden su hojaldre) junto a una botella de frescas burbujas o un buen tinto de San Vicente? Me gusta mucho esa frase que atribuyen a Churchill: «soy un hombre de gustos sencillos... sólo me gusta lo mejor». Pues eso.
Esta semana hemos descubierto en San Vicente de la Sonsierra, en la tercera estación del Vía Crucis que recorre esta villa realenga y divisera, un refugio, la auténtica cueva del Contador. Un espacio ideal para curar cuerpo y alma después de haberse pateado los majuelos riojanos, de haber visto macizos guardaviñas y almendros floridos, lagares rupestres y ermitas medievales con tumbas en las que nos disponemos para medir con el cuerpo las dimensiones de las gentes que las tallaron. Tras haber escuchado el Viernes Santo el silencio impotente de la Banda de San Asensio y el lacerante sonido carnal de los azotes que se propinan en la espalda con sus madejas de blanca lana los Disciplinantes de la Cofradía de la Santa Veracruz de San Vicente (los 'Picaos'), conviene recuperar el sosiego y congraciarse con la vida.
Ya sabemos que no es muy compatible con la Cuaresma, pero una bandeja de buen jamón ibérico o lomo o salchichón de Casa Alba, unos callos y morros picantitos o unas ricas carrilleras en salsa guisadas por Iraide Somarriba en el Regi de Urdúliz, y transportadas en frío por su pareja, el bodeguero Benjamín Romeo, son palabras mayores y resucitan a cualquiera. Hay aquí muy buen laterío de Cayo de La Catedral (espárragos XXXL, alcachofas a las que arriman sofrito de jamón y ajo), croquetas, bacalao a la vizcaína, ventresca y anchoas en mariposa de Ortiz y unos pimientos rellenos de ternera en salsa de boletus o de bacalao en salsa de marisco, que son de mucho gustar. No podían faltar las peras al vino o el queso de Cameros, aunque el dulce que se lleva la palma es el pastel ruso, que traen a la Tercera desde la Pastelería Ascaso de Huesca.
Romeo ha convertido este local de recia piedra en bar de pueblo variopinto y jaranero. Puedes ver señoras jugando a las cartas, unas chicas catalanas dándole al Predicador, a un morro fino disfrutando de una botella de Krug (330 €), Dom Pérignon (310) o Ayala (60) en copas Riedel mientras un grupo usa la mesa blanca y la luz neutra del reservado para catar lo que elabora Benjamín en Contador. Y, sin hacerle además la competencia a los distribuidores, puede el visitante catar y comprar todo (todo) lo de Romeo. El raro Qué Bonito, Contador, Carmen, Alma, La Colección.
Arte, pan de Parra y vino
En este bullicioso local abierto en 2011 donde alternan 'renegados' (así llaman a los de San Vicente) y forasteros del vino, las paredes están decoradas con cuadros de botellas de las Catas Históricas de la III Estación dibujadas por Andrés, hijo mayor del bodeguero: golosinas y etiquetas viejísimas de Riscal, Tondonia, CVNE, Bilbaínas, Muga, Telmo, Clos Erasmus.. Carta de vinos de lujo, con presencia mayoritaria de las etiquetas del patrón.
La tercera estación
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Dirección: El Remedio, 12 A. San Vicente de la Sonsierra.
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Teléfono: 941334501.
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Precios: Jamón ibérico: 10/18 €. Alcachofas/jamón: 11 €. Huevos fritos/jamón: 12 €. Bacalao vizcaína: 16 €. Callos y morros: 16 €. Pastel ruso y helado: 4,20 €.