La primera chef vasca con dos estrellas
Emilia Murillo de Dañobeitia recibió las dos primeras estrellas Michelin de la cocina vasca en 1936, pero su rastro se perdió entre Barcelona y México
Imagínense que un día, estando ustedes tan tranquilos, les llega a través de alguna red social un mensaje de un supuesto periodista extranjero preguntando por su bisabuela. La mayoría de la gente pensaría que se trata de una estafa o una broma, pero yo tuve la suerte de que Maite Arouesty me tomara en serio. A 9.000 kilómetros de distancia, en Ciudad de México, Maite leyó aquel extraño mensaje que le había llegado por Facebook y contestó que sí, que ella era bisnieta de dos exiliados españoles llamados Santiago Dañobeitia y Emilia Murillo.
Así pude completar el puzzle de una historia que traté por primera vez aquí hace más de cuatro años. 'Las Dañobeitia, chefs biestrelladas', el artículo que escribí entonces, contenía muchos datos correctos pero uno (casi el más importante) estaba equivocado. Era cierto que el restaurante barcelonés Taberna Vasca fue el primer restaurante de cocina vascongada que obtuvo dos estrellas Michelin, que las ganó en 1936 y que sus fogones estuvieron liderados por manos femeninas, pero lo que yo creía que habían sido dos cocineras distintas –madre e hija, una supuesta señora de Dañobeitia al frente del local y otra Emilia Dañobeitia que años más tarde dio clases de cocina en Barcelona– resultó ser una sola mujer.
No todas mis investigaciones salen bien a la primera: algunas son difíciles de roer y se hacen las interesantes durante años, con nudos por todos lados y dejándose desentrañar únicamente por tramos. El tramo fácil consistió en descubrir que la Taberna Vasca, inaugurada el 26 de marzo de 1932 en el número 670 de la calle Cortes (ahora Gran Via de les Corts Catalanes, junto al hotel Palace), fue un restaurante de alta cocina vasca a la carta cuya gerencia estaba al cargo de un señor de Lezama llamado Santiago Dañobeitia (1886-1967).
Hasta la mexicana Guadalajara
Santiago dejó abundante migas de pan para poder seguir su rastro. Activista político y colaborador en distintos medios de prensa, ocupó cargos tan destacados como los de presidente del batzoki barcelonés, miembro de la Delegación General del Gobierno de Euzkadi durante la Guerra Civil o director de Radio Barcelona. El problema estaba en aquella «Sra. Dañobeitia» que los periódicos locales citaban como cocinera del local y esposa del gerente. Los archivos diocesanos de Euskadi no ofrecen datos posteriores a 1900, así que no se podía consultar el registro de la boda de Santiago y además igual se habían casado en Cataluña, donde esos datos tampoco son públicos.
¿Sería acaso la Emilia Dañobeitia que en los años 50 dirigió otros restaurantes de Barcelona como el Cau Ferrat, El Ki-kiri-ki o la Rosaleda? ¿La misma que daba lecciones de cocina y se anunciaba como «Dañobeitia, la famosa cocinera vasca»? Erróneamente yo asumí que Emilia debió de ser hija de Santiago y de su anónima mujer, y me hice un lío tremendo que paradójicamente se resolvió al encontrar otro nudo aún mayor: que el patriarca de los Dañobeitia había muerto en la ciudad mexicana de Guadalajara.
Efectivamente, junto a otros miembros de su familia Santiago Dañobeitia embarcó el 24 de mayo de 1939 rumbo a Veracruz en el Sinaia, el primer buque que transportó exiliados españoles hacia México. Las webs especializadas en genealogía indicaban que en el país azteca había una extensa rama de Dañobeitias, así que me dediqué a buscarlos por Facebook y a mandarles mensajes privados en busca de algún descendiente directo. Maite Arouesty Dañobeitia fue la única que me respondió, pero gracias a ella he podido rescatar la historia casi completa de aquella cocinera con dos estrellas Michelin.
La guerra civil
Se llamaba Emilia Murillo y fue la segunda mujer de Santiago Dañobeitia. Su familia no conserva partidas de nacimiento ni otros documentos que acrediten cuándo o dónde vino al mundo, pero su edad y nombre concuerdan con los de Emilia Petra Murillo Cunchillos, bautizada en la bilbaína basílica de Begoña el 7 de febrero de 1897. La guerra civil la separó de su marido e hijos y Emilia tuvo que quedarse en Barcelona hasta mediados de los 50, cuando por fin pudo conseguir un visado para México. Allí se reunió con su familia y allí falleció poco tiempo después, sin haber contado nunca a sus nietos que al otro lado del Atlántico había sido una famosa cocinera.
Me cupo a mí el honor de desvelarles esa parte de su vida. De explicarles por qué había seguido yo el rastro de Emilia con tanto ahínco y de contarle a su tataranieta, Renata, que había mucha justicia poética en el hecho de que ella estudiara Hostelería y estuviera a punto de subirse a un avión para hacer las prácticas de cocina en Barcelona. El destino es así de peliculero. Si quieren ver ustedes el resto de esta película absolutamente real, busquen en la web de EITB el documental 'Ellas primero: pioneras de la gastronomía vasca'. Verán qué maravilla.